1. "Como el atardecer".

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—Su cabello está brillando igual que el sol— tomó un mechón con delicadeza, acariciando.

—Deja de decir tonterías, Tobi— un sonrojo se apoderó de él, no era bueno mintiendo y de cierta forma, le gustaban los halagos que su enmascarada pareja le daba.

—Pero es verdad, Deidara-Senpai— lo mira sonriendo, claro que aquella sonrisa no podía verse—Quiere ir por dangos antes de que el sol se ponga?.

—Eso estaría bien, hm— se levanta del suelo extendiéndole la mano a su compañero—Vamos.

Caminaron no muy lejos de donde se encontraban, a un puesto dangos.

Para el enmascarado, ver la cara de felicidad de su Senpai eran mil años de vida más, dado a que el rubio, era un malhumorado y siempre estaba enojado, pero con tan solo darle lo que quería o elogiar su arte, hacía que todo cambie.

—Mira Tobi, el cielo ya esta en su color, hm— ambos elevaron su vista a aquel anaranjado fenómeno.

—Tengo una idea— el buen chico tomo a su compañero de la cintura—No se mueva.

Utilizando su especializada técnica, volvieron a aquella colina a apreciar, lo que para el rubio era "El verdadero arte".

—Ahora sí apreciaremos mejor el atardecer, no lo cree Senpai?— sonrió.

—No es solo un atardecer, es el estallido de colores, es el momento perfecto para la inspiración, hm— no lo notaba, pero sus grandes orbes azules se iluminaban cuando describía el arte o simplemente, sus sentimientos hacía él.

—Siempre dice que este es el arte verdadero, pero dígame, por qué?— claro que no era la primera vez que lo preguntaba, él solamente quería escuchar hablar al menor.

Ya sabía para dónde iba la conversación, pero no le importaba, porque muy adentro suyo, reconocía que Tobi era atento en esto y que siempre tenía que escucharlo hablar de lo genial que era su arte. Parecía no molestarle, parecía... disfrutarlo.

—El arte verdadero, es una explosión, es efímero, tal como lo es el atardecer— se recostó sobre el hombro de su pareja—De ser eterno, no podríamos emocionarnos de tal manera, no sería igual.

El sol empezaba a ocultarse en frente a ellos dos, dando una escena cliché de esas que Deidara tanto odiaba, pero que aún así, amaba.

—Senpai, yo no estoy de acuerdo con su teoría de arte— lo rodeó para abrazarlo— Para Tobi, el arte verdadero es usted y persiste.

—Que quieres decir con esto? — miró atento a aquella máscara.

—Que usted es eterno, segundo tras segundo, día tras día, hasta la muerte.

El rubio solo lo miró, abrazándolo mejor.

—Algún día, yo también seré efímero como el atardecer y te haré cambiar de opinión, hm.

Tomó la mano de su compañero, disfrutando de la bella vista.

Tobi sabía que el menor, con tal de demostrar su razón haría cualquier cosa. De alguna manera, sus palabras sonaron muy convincentes, tal vez tenía razón y quizás este sería su último atardecer juntos.

Tal vez, sí quería ser efímero después de todo.

—Espero que no, Deidara-Senpai.

Flores Amarillas | TobiDei | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora