6. "Campo de margaritas".

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Pasó tiempo desde la última vez que estuvieron así de cerca, y la verdad que, por sus nervios, lo mejor que se le ocurrió fue acomodarle el cabello, al final, su nombre podía ser distinto pero él seguía igual.

–Al fin llegas, hm – toma su mano.

–Disculpa si te hice esperar – forma una bella y sincera sonrisa– Hay algo que debo decirte.

–Qué te hace pensar qué este es el momento?, hm.

Obito lo mira confundido, pero debía reconocer que el más bajo tenía razón, después de un largo tiempo, al fin volvían a verse. Tal vez no eran las circunstancias en las que se imaginaron pero ya no había nada que hacer.

–Después de ese día, me costó seguir adelante como Tobi, porque él pudo existir gracias a ti, y al no tenerte más a mi lado, ya no había razón para fingir.

Deidara estaba mirando atentamente a su pareja, mientras caminaban lentamente hacia algún lado de ese enorme lugar, todo era tan verde y celeste.

–Únicamente tengo una pregunta para ti, hm –se detuvo en frente al pelinegro– Por qué no me detuviste?.

Esa pregunta, esa simple pregunta hizo que volviera a sentir el vacío, como caía otra vez allí, recordando su remordimiento y nuevamente, el amargo sabor de aquel día volvió.

–Yo... – realmente no sabía como contarlo y lo que menos quería era hacer enojar al rubio– Siempre quise detenerte... pero, tú, siempre tan decidido, orgulloso e inalcanzable, dime, quién soy yo para detenerte, Deidara?, quién soy para impedir tu felicidad, para impedir que alcances todo lo que alguna vez me dijiste? Porque, verte hablar de arte, es arte, como tu maldita cara se ilumina parecida a mil estrellas en el cielo, sabiendo que yo, muy improbablemente lograría que te sintieras así también conmigo o que me veas de la misma forma y, sentía celos, porque yo hubiera querido que me vieras así, aún sabiendo que eso era imposible, solo pude actuar como idiota... – agacha su cabeza, serio.

–Pero fuiste y eres mi idiota, hm – toma delicadamente su mentón, haciendo que lo mire mientras sonríe levemente –Dime, crees que aún podamos tener nuestra casa de arte? –lo toma del brazo, entrelazando sus manos.

–No he olvidado la promesa, Senpai –lo sujeta de igual forma y sonríe

–Es raro que ahora me digas Senpai, por favor, no lo digas, hm –su semblante cambió a uno incómodo.

–Pero, sigo siendo un buen chico! –agita rápidamente sus manos.

–¡No, no lo eres! –comienza a correr por aquel enorme campo verde siendo perseguido por el contrario.

Corrieron unos cuantos minutos, hasta que el rubio se detuvo -además de por falta de aire- para contemplar un gran floral blanco.

Ambos se reincorporaron y el mayor tomo la mano del más bajo, viéndolo con una sonrisa.

–Este lugar es hermoso – Obito volvió su vista a ese inmenso campo blanco.

–Verdad que sí? – el rubio también sonrió, todo era -finalmente- paz, nada más ellos dos, en un gran, gran infinito de colores.

"–Todo sería mejor en amarillo, no lo crees, Dei?" pensó el Uchiha viendo a su amante.

Flores Amarillas | TobiDei | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora