03. Los deseos de Walburga Black

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Walburga Black aún con los años de experiencia que le había dado la vida podía sorprenderse de vez en cuando. En raras ocasiones, como esta, sentía que presenciaba algo único y agradecía aún seguir viva.

Hace años que había experimentado algo similar: fue cuando ella recibió la noticia de su elfo doméstico que personas se adentraron en una de las propiedades de máxima seguridad perteneciente a los Black. En ese entonces sintió que el mundo cambiaba al ver a Sirius a salvo, más feliz y siendo un guardián de las personas que pronto formarían parte de su rutina diaria, sin embargo, aún era extraño para ella y una pequeña parte que usualmente aparecía cuando estaba sola le decía que Remus y Harry en realidad solo estaban ahí por Sirius, no por ella. Nunca había podido negar que era verdad lo que decía esa voz.

Esa pequeña parte de Walburga le recordaba los orígenes de todas las personas a su alrededor, esa pequeña parte antes era más grande y había sido la culpable de que en un ataque de ira desterrara a su hijo de su familia. Sin embargo, años después aún odiaba ese recuerdo. Pues era consciente que ese momento había marcado el final de su familia: su hijo más pequeño se alejo de su hermano y se había adentrado en el lado oscuro de la guerra, su esposo incapaz de mantener lo poco de la dignidad que conservaba el apellido falleció tras haberse rendido, y claro, su hijo mayor; Sirius se distanció de su pasado y poco despues el también lo había perdido todo.

Si tal vez ella también hubiera muerto hace años, se cuestionaba constantemente. Conocía su cuerpo y este le decía cuan cansado estaba. Sin embargo, ella sentía que aún había una razón por la que debía permanecer allí, con el pasar de los años todavía no escuchaba de la boca de Sirius que la perdonaba.

¿Por qué era tan importante para ella?

Guardando sus pensamientos en un cofre ahora podía ver a Harry que vestía su abrigo hecho a la medida portando por primera vez el escudo familiar Black. 

Harry era reconocido como el heredero del legado familiar y eso le aliviaba el corazón, por otra parte decidió ignorar la mirada conflictuada de su hijo mayor al ver el escudo que Harry llevaba consigo. Pues ella también notó que Harry poseía la misma sonrisa de orgullo que el antiguo dueño de aquel abrigo poseía a su edad. Regulus también fue un niño pequeño.

He ignorando el tormento del pasado tomó algunos polvos flu de la chimenea y pronto las llamas verdes cubrieron su cuerpo. Al abrir los ojos se encontraban en el Caldero Chorreante donde decenas de magos los veían como el centro de atención. Tras de ella Sirius y Harry llegaban con una llamarada de fuego verde, en un instante los magos y brujas que estaban a su alrededor intentaron acercarse pero bastaba una mirada de la temible Walburga Black para que ellos se alejaran. Fueron tal vez dos minutos donde solo se escuchaban murmullos y pequeños gritos estridentes de brujas emocionadas por estar frente al niño que vivió.

-Harry no te alejes de nosotros, ni hables con extraños- le advirtió Sirius mientras lo guiaba a la salida trasera del bar, y tal como lo habían practicado antes porque Harry aún no conocía ese sitió por su propia seguridad; ella tocaría con su varita el ladrillo que abría la entrada al callejón Diagon y Sirius diría a Harry "Bienvenido al callejón Diagon". 

Sin embargo ninguno contó con que un reportero en busca de una noticia los cegaría con el flash de su cámara ni que los llenaría de preguntas cada una más indiscreta que la otra. 

-Señora Black, es verdad que le pago a los miembros del Wizengamot para que dejaran libre a su hijo?- sin responder siguió avanzando, jamás permitiría que obtuvieran alguna reacción de ella.

... Pero no podía decir lo mismo de Sirius.

-Señor Potter, puede hablar sobre su estancia con los muggles?- Pregunto el periodista que sin obtener respuesta atino a tomarle una foto a Harry

-No toque a mi hijo- amenazó Sirius - si usted publica o conserva alguna foto que le haya tomado a mi hijo sin mi consentimiento le juro que le arruinaré sin piedad.

Terminó de decir dejando en blanco al hombre, por lo que los tres escapando del periodista acabaron cerca del emporio de las lehuzas. No obstante algo blanco había llamado la atención de Harry, era una pequeña lechuza albina que yacía en lo más alto de un mueble y tenía hipnotizado a su nieto quien no paraba de verla con asombro.

Pero nuevamente los murmullos de los magos y las brujas arruinaron el momento especial de Harry.

-Ahí esta el niño que vivió, el salvador del mundo mágico- exclamaban algunos sin pena en el callejón Diagón, sin darse cuenta que de esa forma hacían sentir peor a su nieto. Harry aún conservaba las secuelas de su tiempo con los Dursley y aunque intentaban mejorar la situación para el pequeño al final sabían que les tomaría años para que Harry volviera a ser como antes.

-Atrás- dijo Sirius en voz alta sin permitir que se acercaran a ellos, mientras Walburga sostenía a Harry lo que era bueno debido a que habían quienes le temían a Walburga y otros que aún despues del juicio sospechaban de Sirius, ignorando todo aquello se concentro en la dirección a la que iban: el banco Gringotts.

My magic lifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora