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—¡Quieres callarte y escuchar! —gritó harto del comportamiento de aquel que, para desgracia del mundo, era la primer potencia.


—Vamos a calmarnos —propuso Canadá interponiéndose entre los otros dos— América, entre más rápido nos explique, más rápido podremos ver a nuestro Mexique —Rusia torció la boca, ese "nuestro" le provocó un malestar indescriptible, por su salud mental decidió ignorar eso y declaró.


—El psicólogo recomendó que no lo besen o abracen. Deben tener cuidado con sus acciones o podrían ocasionarle un ataque de pánico. Lentamente intenten tomar su mano, la derecha porque la izquierda está fracturada —les recordó— en este punto podrán suceder tres cosas. Acepta el contacto, se muestra temeroso o los rechaza, cualquiera de las opciones tendrán que respetarla y no hacer un escándalo por eso.


—¿Si acepta el contacto podremos tratarlo como normalmente hacemos? —inquirió el canadiense. El ruso negó con la cabeza.


—Por el momento sólo pueden tomar su mano —sentenció.


Bullshit! —exclamó el arrogante rubio, colmando la paciencia ahora de su hermano.


—Quieres dejar de maldecir —inesperadamente le propinó un zape— Nos limitaremos a seguir las indicaciones, estoy seguro que poco a poco podremos ganarnos su confianza —le aseguró— ahora, ¿podemos verlo? —el euroasiático gruñó pero los guio a la habitación. Entró primero, sin embargo, se recargó sobre el muro más cercano a la cama para poder observar con cuidado.


—¡Gringo, maplecito! —los dos norteamericanos dieron un brinco, fue un tanto cómico que lo primero que les dijeron que no hicieran fue lo que casi hacen, por lo que se quedaron estáticos suprimiendo las ganas de correr hacia su vecino. El único que lo malinterpretó fue el susodicho, que les miró con tristeza— ¿están enojados conmigo? ¡Les juro que esta vez no fue mi culpa, yo sólo estaba caminando con Tai y esos pendejos nos arrastraron a esa sala...! —se le cortó la voz de repente, alertando a todos.


Los americanos cayeron finalmente en cuenta de la seriedad de la situación pues, en otras circunstancias, México no dudaría en contarles cómo fue la pelea y cómo, a pesar de sus heridas, la otra parte recibió su merecido. Sin embargo, frente a ellos, el alegre país mantenía la mirada baja, apretujando la sábana, temblando ligeramente. Rusia estaba por intervenir, pero Estados Unidos caminó a paso lento hasta ponerse en cuclillas a un lado de la cama. Con sumo cuidado posó su enguantada mano sobre la rojiza.


Hey, we are not angry with you (No estamos enojados contigo) —en cuanto los ojos dorados le miraron, sonrió. Canadá imitó la pose de su hermano, uniéndose, colocó su mano encima de la de ellos.


—¿Neta? —asintieron— ¿Me lo juran?


—Que nos caiga un rayo si no —contestó el autodenominado americano, luego, los tres rieron ligeramente con el infantil chiste.


LadyboysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora