Alexander estaba totalmente desconcertado; sabía que él era el rey, pero… ¿A qué se refería con esa frase? Seguro que ella estaría totalmente chiflada y no tendría otra mejor cosa que molestarlo.
Mick venía corriendo por detrás, su amigo lo había dejado atrás para seguir a la extraña chica.
–Viejo, ¿qué te pasó que me dejaste abandonado? –golpeó con suavidad el hombre de Alex.
No reaccionaba, parecía perplejo.
–¿Estás bien? –volvió a preguntar.
–Estoy muy bien. –Alex todavía no dejaba de ser tan incrédulo, era una cualidad que a veces los malos comentarios destacaban sobre él.
–¿Y la chica rara?
–Esa chica… –hizo una breve pausa, sacudiendo la cabeza para volver al chico normal que siempre mostraba a ser–. Esa chica es solo una maldita histérica que solo quería su cuaderno.
El segundo timbre sonó y ambos se dirigieron a las clases de Cálculo.
•••
Se hoyó el timbre de las 12:30, Allie debía ir a almorzar pero nunca almorzaba o comía algo durante el día. No porque se sintiera obesa o algo similar, sino que esa era otra forma de hacerse daño aparte de desangrarse. Sin proteínas ni vitaminas, no hay mucho que pudiera hacer.
Todo el almuerzo se la pasó haciendo un nuevo dibujo de la primera y principal persona a la que odiaba: una línea por aquí, otra por allá y luego de minutos ya tenía a un chico que parecía morir ahorcado gracias a algún ladrón.
“Alexander Silverstone, por Allie Miller” escribió en la parte inferior derecha de la hoja. Le deseaba todo el mal posible a aquél muchacho pero su retorcida mente no sabía que todo era obra de Hayes.
Hayes; ¿qué sería de él justo ahora? Sabía que era popular, estaba en el equipo de fútbol americano y que su hermana siempre andaba hablando de él como si fuera un príncipe azul. Aunque su cara decía otra cosa, decía que era una puta en celo.
Volteó para ver la mesa en donde se encontraba Louise, y sí, estaba con Hayes coqueteándole aunque él no era tan fácil según los comentarios de las porristas, volvió la vista hacía el cuaderno en dónde dibujó a las porristas como si fueran muñecas voodoo. Más tarde usaría una tijera para ver si daba resultado y les hacía algo. Aun pensando de lo ocurrido hacía seis años, no podía dejar de agradecerle a Hayes de haberla salvado de la horrible persona que era Alex, es más, tal vez tendría que hablarle en algún momento.
Literatura. Anatomía. Más Literatura. Geografía. En fin, ya se había librado de las clases por él día, hora de volver a casa, estudiar para el examen de Política y seguir mirándose al espejo como un monstruo.
Salió del edificio educativo seguida por unos mil jóvenes más, no tenía interés de que alguien la acompañara a esperar algún vehículo que la llevara, es más, parecía disfrutar caminar más de tres kilómetros a su casa. Louise se iba con Anne, otra hueca porrista con auto y con licencia de conducir que también era como su hermana: hablaba de maquillaje, ropa, chicos, chismes, inventar rumores y degradar a los demás. Era lo único que hacían bien y si pagaran por eso seguro ya serían millonarias.
Conectó sus audífonos en su teléfono, dándole play a Fix You, lo que verdaderamente era una ironía de la vida.
–And I will try to fix you… –repitió al mismo tiempo, siguiendo la canción por un momento, no cantaba demasiado mal pero Allie era Allie: insegura, irónica, sarcástica y muchas veces era amable solo con las personas que lo merecían.
Levantó la mirada para observar el cielo nublado, las nubes tapaban toda la posibilidad de que alguien tratara de repararlas por más que no tuviera arreglo.
•••
Alex ya había llegado a su casa desde hace muchos minutos, prendió su computadora para ver si podría salir aunque el cielo ya era un rotundo «NO» por parte de la naturaleza.
–Rayos, puta lluvia… –golpeó su cabeza contra el teclado, siempre tenía mala suerte si quería salir con Mick a hacer estupideces.
Ahora, en ese momento, no iba a hacer estupideces.
Toda su mente se concentraba en aquellos ojos azules que a veces se ponían grises, esas pecas adorables que no hacían más que causarle ternura y el cabello largo de ella moviéndose por todas partes, como si tuviera movimiento propio.
Luego de tantos años volvió a aquel parque, exactamente a la misma banca solo que ahora estaba más deteriorada y en el metal era óxido, el olor a humedad era increíble y las gotas comenzaron a caer, no se movió por más que luego tendría que ir empapado y recibir retos de su madre por manchar el piso.
Volvió a mirar el frente al tobogán, no estaba tan deteriorado como la banca, seguía como lo recordaba en su niñez. Observó una chica pasar por su frente, era ella, ¿cómo no reconocerla?
Caminaba con pasos lentos, parecía no estar apurada por la lluvia. Alex consiguió pararse y tomarle la muñeca. Allie no pudo evitar gritar debido al dolor y se dio vuelta para ver quién le había hecho daño.
–Allie Miller… –murmuró tirando de ella para que se acercarse.
–¿Qué quieres ahora, Silverstone? Está lloviendo, si es que no estás ciego y sabes qué es la lluvia –replicó ella mirándolo con asco
–Quiero saber qué es lo que te jodió tanto como para decir que ya no querías ser mi amiga. –sentenció, debía saber porque no iba a ser tan idiota de quedarse así, sin hacer nada.
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Suicida en negro
Romance¿Qué pasaría si volvieras a ver tu pasado pero en una buena forma? ¿Si lo que se dijo antes no fuera lo que uno nunca quiso decir en el presente? Obra registrada en Safe Creative. Código: 1501253081482