Capítulo 4.

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–¿Quién mierda te dijo eso? –soltó el agarre y se frotó la muñeca por encima del suéter, estaba casi toda empapada por las finas gotas de lluvia que el cielo despedía.

–Hayes… tú fuiste la última en estar con él. –tragó un poco de saliva para continuar –. Dime por qué lo hiciste, por favor… Nunca te hice nada, yo siempre era como tú jodida mascota… siempre te seguía. –muchas personas no lo notarían fácilmente pero él estaba llorando.

Vaciló por un momento, ¿todavía la recordaba?

–Pues él me dijo que yo te daba lástima más otros insultos a lo fea que soy.

–No es cierto.

–Sí lo es, es tu primo y lo veías seguido para decirle eso. –alzó las cejas sin apartar la mirada de él–. ¿O me equivoco?

–Te equivocas. –afirmó el, seguro de sus palabras.

–Pruébalo, a ver, ¿cuál era tu verdadero pensamiento? –se cruzó de brazos pero se le hizo incómodo con el morral a un costado así que volvió a su pose original.

–All… –suspiró, no sabía cómo empezar o cómo decirle que desde hace mucho tiempo sentía una cierta atracción hacía ella.

–¡NO ME LLAMES ASÍ! –le gritó, ya no era “All” solamente era Allie.

Alexander la sujetó de los hombros para calmarla–: No puedo decir muchas palabras, solamente estoy enamorado de ti desde los ocho años y nunca dije nada de eso.

Ella abrió los ojos en par en par, no le creía en absoluto.

–¿Tu… tu… yo… gustar de… gustar? –balbuceó, entraba en un shock y se ponía realmente nerviosa, su respiración se agitaba hasta llegaba a sentirse mareada, muy estúpido, así era ella.

Nadie podría con una situación como esa, parecía una película de amor, una película de esas que logra enamorar a miles de adolescentes huecas con un tonto romance juvenil y él chico perfecto que trataba de conquistar a una perra que nunca se lo merecería por más rubia, con dinero y con más curvas que las que podría llegar a tener una autopista.

Alex no dijo nada, solo murmuró “Me gustas” de nuevo al mismo tiempo que se inclinó un poco a su amiga. Lo único que había cambiado era que él era más alto y ella le llegaba hasta los hombros.

Se miraron por unos momentos, Allie esbozó una sonrisa de niña ilusa pero la borró al momento de sentir los labios de él sobre los suyos.

Cerró los ojos en ese momento y el beso siguió su ritmo, los labios de Alex eran tan suaves, despenderían un calor que la aliviaban en ese momento. Él rodeó su cintura con los brazos y ella dejó que lo hiciera, levantó una de sus manos para acariciar la mejilla del joven. Estaba fría y mojada, eso lo hacía más “romántico”.

Por fin de unos escasos segundos o ¿minutos? Se separaron.

–Te pasaste.

–Debía hacerlo o no me creerías.

–Esto está ocurriendo muy rápido. –puso sus manos sobre su cabeza, intentando contener las lágrimas de dolor.

Tantos años odiándolo sin razón alguna, solo fue una broma de un chico idiota y ella se la había creído. «Tonta, tonta, tonta, recibirás tu castigo» se decía sí misma–: Lo lamento, solo era una niña.

–Una hermosa niña, a decir verdad es más, lo sigues siendo.

Aquel comentario hizo que se sonrojara.

–Debo volver a casa. –rió la joven.

–Debo volver a verte. –tomó su mano apretándola un poco, para la suerte de Allie, él no subió más el agarre o la descubrirían.

–Tienes el almuerzo, gimnasia e Historia para poder hacerlo. –respondió mientras dio un paso atrás, alejándose de él aunque volvió a acercarse para besarla la mejilla.

–Adiós, Allie. –se despidió con la mano, girando sobre sus talones para volver a su casa.

Caminó otras cuadras más, ya era obvio que él no podría verla y comenzó a gritar, sintiendo que es tristeza se iba yendo, cualquier persona que paraba creería que estaba loca o algo bueno le ha pasado. Las dos opciones estaban bien.

Entró a su casa, recibió retos de que estaba totalmente loca por andar en la lluvia así como si nada pero no escuchó a nadie. Se secó para luego ir a la computadora, para su suerte Darcy, la única chica a la que consideraba su amiga.

Allienígena: Darcy, necesito hablar.

BlondeDarcy: ¿Ocurrió algo?

Allienígena: Alexander Silverstone, mi ex mejor amigo aunque supongo que volvimos a ser algo (no sé qué somos, para especificar) me besó.

BlodeDarcy: ¿Es broma? ¡Dime que no!

Allienígena: No, pero esto va demasiado rápido. Hace seis años que no sabía de él, ni que iba a la misma escuela y… ¿más estúpido no puede ser?

BlondeDarcy: No es tonto pero yo te aconsejo que estudies para mañana, nos vemos Allie.

Allie no respondió debido a que Darcy se había desconectado aunque de repente una ventana se abrió, dejando ver la foto de un chico igual a Alexander.

HayesStone: Lindo beanie, me gusta Coldplay.

Allienígena: ¿Qué quieres mocoso mimado?

HayesStone: Saludarte, ¿no puedo?

Allienígena: Claro que no, y por suerte, a tu apellido le falta el “Silver”

HayesStone: Oh, gracias por hacérmelo ver y a ti te falta la valentía para decirle al mundo y en especial al tonto de mi primo que planeas suicidarte, ¿o esas marcas que escondes son alucinaciones?

Allienígena: No le digas nada, por favor…

También se desconectó.

No podía controlarse, quería gritar nuevamente pero alarmaría a su familia. Sus manos fueron a parar nuevamente a su cabello, enredó sus dedos en el mismo tirando muy fuerte, sería mejor si se arrancaba todo el cabello y la cabeza incluida. Cerró la puerta con llave, comenzando a llorar y si había un momento para irse del mundo, era mejor antes de que se dieran cuenta de su oscuro secreto.

Juntó todas sus cuchillas, eligió las que nunca usó ya que tenían más filos y comenzó a hundirlas en cada parte visible, en donde el dolor fuera más fuerte, parecía que su piel estaba desgarrada. No, no iba quedar así, no harían nada y fue hacía el cajón de su escritorio, sus píldoras para dormir eran poderosas. El frasco estaba a la mitad aunque más de dos podría matarla, solo aumentó la cantidad y se las tragó como si nada, sintiéndose impotente.

–Lo lamento. –repetía, las palabras iban dirigidas a alguien que nunca le hizo nada, a alguien que dejaría de ver.

 Cuestiones de minutos, ella yacía en el piso y sus heridas no cicatrizaban, estaban abiertas y no dejaban de sangrar.

Suicida en negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora