Capítulo 6.

59 5 0
                                    

La luz  ya era demasiado molesta para sus ojos, quería seguir durmiendo aunque debía ir y hacer un examen para que le ayudara con la Universidad, por supuesto que le faltaba un año para graduarse pero debía asegurarse un futuro digno.

Se dignó a bajar junto a Melanie para desayunar, las palabras otra vez no eran el fuerte de ella ni de la familia, todo estaba en silencio por aquellos momentos.

–Tengan un buen día. –murmuró Danielle, su madre, bebiendo una taza de café que seguramente estaría demasiado caliente para su gusto.

–Igualmente, mamá. –respondieron los dos al mismo tiempo, saliendo de la casa.

Melanie se fue en su bicicleta, Alexander prefirió ir caminando para pensar en las respuestas.

«¿Qué le gusta, qué odia y qué la suele volver loca?» se preguntó a sí mismo, analizó los dos años de amistad rápidamente, pensó en lo que ella era en la actualidad y en "pretende que los dos sentimos lo mismo", llegó a unas pistas de lo que sería el camino para terminar de conocerla:

Uno: Las flores, en especial las moradas la vuelven loca.

Dos: El morado.

Tres: Su beanie de lana decía "Coldplay", seguramente era fan de ellos.

Cuatro: Es hermosa.

Cinco: Esa metáfora seguro la sacó de una canción.

No tuvo tiempo de seguir pensando, ya estaba por tocar el timbre y el ya comenzaría la hora de la verdad. Estaba sentado en una de los primeros bancos, no tan cerca del profesor pero sí de Mick que se encontraba tratando de memorizar algo.

Observó hacía la puerta, también repasando en silencio todo lo que había estudiado y observó a una chica delgada (demasiado delgada) entrar, era ella y venía con Darcy a su lado, amabas sostenían el libro de la asignatura y se hacían preguntas mutuas para ver si habían memorizado todo.

Le resultó que Allie se sentara a su lado pero no le prestaba ni la más mínima atención, ella estaba concentrada en su libro de Política. No quería interrumpirla aunque lo hizo de la manera más torpe que se puede conocer.

–Sé que me amas. –dijo rápidamente, ella cerró el libro despacio y lo miró por un momento.

–O eso pretendes creer. –le sonrió.

–El morado, las flores, Coldplay, te gusta las cosas tontas que suelen decir las canciones y realmente eres demasiado hermosa. –se inclinó un poco sobre el banco para tenerla más cerca.

–Es un buen punto, pero te falta una cosa. –se hizo a un lado, alejándose de él unos centímetros–. Sabes que no puedes besarme en clase, es más, sería una vergüenza.

La conversación se detuvo por el profesor pidiendo silencio y entregando las hojas de los exámenes.

Como era de costumbre y de buenas habilidades para memorizar, Allie terminó rápidamente. Todo estaba demasiado prolijo y con buena letra, se levantó de la silla tomando su bolso y dejó la hoja sobre el escritorio.

–¿Seguro de que no quiere revisar esto, señorita Miller? –el profesor tomó la hoja, comenzando a revisarla.

–No, estoy segura que lo hice bien. –contestó con un tono descortés, saliendo del salón.

Rayos, es demasiado buena.

Alexander no tuvo otra opción que responder las preguntas lo más breve y resumido, con muy mala letra que seguro no entendería. No la podía dejar ir.

Tomó su mochila, guardando torpemente sus cosas y dejó la hoja también sobre el escritorio del anciano que le enseñaba, ni una sola palabra pudo decir y comenzó a seguir a la muchacha, ella estaba por salir del establecimiento. La volvió a tomar del brazo, pero esta vez no sintió dolor alguno.

–Vamos. –soltó de repente.

–Estás loca. –Alex frunció el ceño. –Nos castigarán por escaparnos.

–¿Quieres pasar toda tu vida siendo un niño bueno o deseas encontrar una respuesta? –alzó su ceja derecha, cuestionándole aquella cobardía.

–Bien, anda.

Y salieron juntos hacia afuera, nadie los seguía ni tampoco se darían cuenta de que faltaban dos alumnos, total, tenían el examen que verificaba que habían "asistido".

Conocían perfectamente el camino de la escuela a su pequeño parque, aquél pequeño mundo en el que permanecían encerrado siendo los que ellos querían ser sin que nadie los molestase o hasta que los llamara para cenar.

Alex no le preguntó a Allie dónde irían, seguro era un misterio no tan misterioso por el camino. No charlaban, solo miraban alrededor. Las calles desoladas, se podía escuchar a los pájaros y el día estaba excelente comparado con el de ayer.

–Yellow es una excelente canción. –dijo Alex con una sonrisa, tomando la mano de la joven.

–Lo es, es como si se la cantaran a una mujer perfecta y es romántica en comparación a las canciones satánicas. –comentó con naturaleza.

El silencio incómodo para Alex pero normal para Allie volvió a reinar en ese momento hasta que por fin llegaron al parque y se sentaron en la misma banca oxidada en la que alguna vez fueron felices.

–¿Sabes por qué te traigo aquí? –preguntó ella, sacándose el morral y poniéndolo en el suelo junto a la mochila de él.

–Para recordar y si no es eso, pues no lo sé.

–Pues te traigo para contarte la última cosa que necesitas saber. –puso sus manos sobre sus piernas, juntándolas.

–No lo entiendo, no sé qué quieres que sepa. –frunció el ceño.

Poco a poco ella separó sus manos, con la derecha levantó la manga izquierda de su suéter lo cual dejaba ver todas las cicatrices que tenía a lo largo de su muñeca y luego hizo lo mismo pero con la mano contraría, dejando ver que también la muñeca derecha había sido castigada de la misma manera que la otra.

–¿Desde cuándo eres así? –estaba atónito, no podía creer lo que estaba viendo. Ella estaba lastimándose, nunca fue así de pequeña y siempre... siempre estaba feliz, riéndose–. ¿Por qué te lo haces? –antes de que ella pudiera hablar continuó hablando–. Allie eres hermosa, inteligente, no eres nada del otro mundo. Ni una sola imperfección marca tu rostro, de verdad, ¿acaso no te sientes bien contigo misma?

Negó con la cabeza, no era eso lo que quería decirle ni de lo que quería hablar.

–Solo soy una suicida en negro, paso desapercibida en la oscuridad...

–¿Acaso no estás cómoda con tu cuerpo?

–No es eso, idiota. –volvió a esconder sus cicatrices–. ¿Sabes lo jodido tener a una hermana que sea mejor que tú? ¿Qué a tus padres les dé igual si existes o si no lo haces? No, no lo sabes. Tienes una hermana perfecta, tus padres están juntos y tú básicamente eres el chico perfecto.

–Allie, no, no puedo decirte nada porque soy un idiota hablando pero dime. –tomó su mano–. ¿Cómo planeas salir de esto?

–Muriendo. –sentenció de una vez por todas.

Suicida en negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora