Compañeros de lucha

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No sabía quién estaba detrás de esto, pero Siendo alguien que no muere todavía siento miedo de que algo más pase, por ejemplo que mueran mis amigos. Creo que les pediré que vengan a vivir conmigo.

Asentí con mi cabeza decidida. Mañana llamaría a Ana y a Raúl para protegerlos. Si tenía que entregar mi vida con tal de protegerlos lo iba a hacer.

Esa noche no pude dormir pensando en porque Dios o Lucifer aria algo así. Digo, Dios si quisiera podría solo hacer caer un meteorito como lo hizo con los dinosaurios. Y Lucifer no dejaría a sus demonios sueltos para que deambulen por la tierra alterando la vida y dejándolos expuestos.

Tenía tantas cosas en mente asta que escuche un ruido en la esquina de mi habitación. No tenía animales... 

¿¡Y si es una de esas criaturas!?, Retuve un suspiro de sorpresa y miedo. Me tapé con mis cobijas asta las orejas cubriéndome con ellas. Asta que escuche una risa y me quede paralizada.

-No pensé que te fueras a asustar tanto- Dijo una voz masculina riendo. -Pasaste por todos los años de la humanidad sigues teniendo miedo?- Dijo esa voz aun burlándose de mí. 

¿Quién se creía? ¿Y como había entrado aquí?. Escuche sus pasos lentos detenerse al lado de mi cama. Aún me cubría la cara por miedo. ¿Y si las criaturas imitaban voces humanas? 

Sentí una mano posarse en mis cobijas y levantarlas levemente asta que mis ojos vieron otros ojos celestes como el cielo de verano.

-No soy una criatura que te comerá- Dijo con su mirada que me transmitía tranquilidad. -Soy un ángel como tú- Dijo ladeando la cabeza con una media sonrisa.

-Yo no soy un ángel desde hace mucho- Le dije con voz temblorosa. -Un ángel sin alas no pertenece al cielo.- Dije mirando mejor su rostro.

Tiene el Cabello rubio, labios delgados color rosa natural, Ojos penetrantes de color celeste, un lindo cuerpo musculoso ... Y en su espalda cargaba dos grandes alas color celeste muy claro.

-Levanta y te cuento por qué estoy aquí venga- Dijo sentándose en mi cama extendiéndome la mano para que hiciera lo mismo. A lo que acepte sentándome en mi cama frente a él con las piernas cruzadas. 

-Bien, como sabes el fin de los humanos se acerca.- Dijo Mirando por el ventanal de mi habitación. 

-¿Y qué tengo que ver yo con eso?- Le dije confundida a lo que él me miro directo a los ojos.

-Bueno... Resulta que los ángeles caídos estamos encargados de que eso no pase. Somos los únicos virtuosos y pecadores con poderes especiales en la tierra.- Dijo jugando con sus dedos, se le veía nervioso.

-¿Nosotros?- Dije ladeando mi cabeza apuntándome. 

-Exacto.- Dijo asintiendo.

-Pero si a los ángeles caídos se les quita sus alas, ¿cómo es que tú...- 

-Es por eso que estoy aquí.- Dijo interrumpiendo sonriente. -Soy uno de los tuyos y me asignaron devolverte tus queridas alas. Esto es tan emocionante. -Dijo feliz aplaudiendo brevemente sonriente.

Un dolor punzante se hizo prénsente en mis cicatrices a lo que gemí de dolor.

-¡Oh!- Dijo tapándose la boca emocionado. -Ya está sucediendo, solo espero que sean recuerdos y visiones felices- Dijo con voz aguda.

Yo ni siquiera le presté atención, no es que no quisiera, es que el dolor no me dejaba pensar claramente, por mi mente pasaban escenas que había vivido, pero no lo recordaba por ejemplo mi primer noviazgo con un humano... que acabo en su muerte por la edad.

Ángeles CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora