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En esas dos semanas, se encargaron de enseñar al pequeño Harry todo. Mejorar su lectura y habla. Le enseñaron los modales que cualquier sangre pura debía saber a su edad. El pequeño era muy inteligente y sus padres estaban orgulloso de él. A pesar del poco tiempo, el niño había aprendido todo a la perfección y ahora el niño hablaba más fluidamente, aveces se equivocaba con palabras un poco complicadas pero eso le daba un aire de ternura e inocencia.

Harry había mejorado físicamente, lamentablemente no podría recuperar la altura que debía tener, pero ahora era un niño que se veía sano. Seguía temiendo a gente extraña, pero al menos ya no huía al ver a alguien extraño a su círculo familiar. Mentalmente... Aún tenía pesadillas, lo habían cambiado a la habitación frente a las de sus padres para que pudieran ir con el niño cuando esté despertaba por alguna pesadilla.

Aunque algo que estaba molestando a Tom... Era la extraña obsesión y demasiada cercanía del niño Malfoy hacia su hijo. Agradecía que el niño quiera proteger a su hijo. ¡Pero no tenía que estarlo abrazando todo el tiempo que podía! ¡Y esos besos en la mejilla no eran por protección!

Al menos eso había ayudado a que su pequeño hijo dejara de temer al contacto, además de él suyo y el de Severus. Eso era algo que a ambos alegraba, su niño Estaba mejorando considerablemente, un psicomago de confianza lo Estaba visitando y el niño poco a poco se abría a desahogarse y contar todo lo que había pasado y como se sentía. Cada que lo escuchaba...su sed de sangre crecía. Lamentaba no poder matar a las ratas, pero dejaría ese placer para su pequeño hijo. Severus por lo mientras los tenía como ratas de prueba para las pociones con las que experimentaba. Claro que él aveces se equivocaba a propósito para que estas fueran fallidas y las ratas sufrieran.

Otra cosa que lo tenía estresado...no podía creer lo despistado que Severus llegaba a ser, si aunque pareciera increíble el gran Severus Snape, doble espía, el pocionista más joven del mundo mágico, era un despistado. Snape no entendía la gran indirecta, aun después de que el mismo haya dicho que ambos, AMBOS, adoptarían a Harry, esa era una gran indirecta, ambos serían padres, serían una familia. Pero Severus lo seguía tratando como siempre, siendo serio, respetuoso pero a la vez indiferente. Tom solo pudo suspirar mientras pensaba en ese pocionista que desde siempre lo trajo...loco.

Por que Tom Riddle, Lord Voldemort, amaba a Severus Snape.

~£~

Las flores son bonitas, le gustan las rosas, son hermosas, pero se protegen con espinas. Si querías una debías lastimarte para tomarla. Cuando era más pequeño, deseo tener espinas en su cuerpo. Así Vernon se debía lastimar si quería tomarlo, y con el tiempo dejaría de tocarlo. No lo lastimaria, pero el si lastimaria. Ese pensamiento lo hizo reír, su Papi le prometió que podría lastimar a Vernon. Pero seria en unos días. Cuando fuera a ese colegio junto con Draco y más niños. Su Papi seria uno de sus maestros. Pero le dijeron que debía cuidarse de una vieja cabra, al parecer era el director de esa escuela, pero parecía una vieja cabra loca y adicta a los caramelos de limón. Asqueroso.

Su papá odia a ese pollo mal tostado.

- ¡Harry! ¡Mi papá trajo a los pavos reales! ¡Vamos a perseguirlos¡

No sabia por que, pero sentía que seria interesante entrar a esa escuela, algo le decía....que conocería a más gente, que como él, nesecitaba ser reparada. Que estaba rota. Y el culpable era ese pollo.

Pero por hoy, jugaría con Draco.

- ¡Voy!

Disfrutaría ser un niño, almenos ese día.

~£~

Estaba asustado, su cuerpo no dejaba de temblar y las lágrimas corrían por sus mejillas. Ese día habían sido buenos, se habían mantenido en su habitación y habían hecho como que no existían. No habían hecho magia y las cosas de ambos estaban en sus baúles. ¿Porque estaba ese hombre en casa entonces? ¿Por que los buscaba?

- Tengo miedo Gred

- Estaremos bien Feorge....yo te cuidó

Abrazo más a su hermano, sintiendo los temblores del cuerpo den contrario mientras trataba de controlar los suyos, ambos estaban metidos en el armario de ropa, habían escuchado al monstruo llegar y hablar con Molly. Siempre había deseado que un día ella se negara a que ellos recibieran una "clase", pero ese deseo  había desaparecido junto con la esperanza. Habían aprendido a esconder su terror, al monstruo le gustaba que demostraran terror. Pero cuñado lo ocultaban las clases acababan más rápido y no los lastimaba tanto. Gracias a eso las clases eran cada vez menos recurrentes, pero no este verano. Este verano había sido más cruel. El monstruo venia casi diario, les pegaba, había usado ese hechizo sobre ellos, aun conservaban el dolor y temblor del día anterior, a ese paso ellos morirían...como Persy. Cada noche soñaban con el cuerpo de su hermano colgando de la lámpara de techo de su habitación en su sala común. Percy se había suicidado, dejando una carta explicando que el ya no quería seguir siendo La Muñequita Pelirroja del Fénix. Ellos aun tenían esa carta, escondida. Bill y Charlie se habían ido en cuanto tuvieron oportunidad. Percy no había logrado aguantar. No entendían como es que su madre no sospechaba de algo sobre ese monstruo.

- Gred...el monstruo se fue. Hoy estaremos bien.

Era verdad, el monstruo se había ido por hoy, hoy podrían estar a salvo. Almenos por hoy, no tendrían que soportar a un viejo tras su culo. Ninguna varita contra su garganta para no gritar y ningún Crucio sobre sus cuerpos. Hoy podrian dormir sin dolor por heridas en sus cuerpos, ni sus piernas pegajosas por el asqueroso semen. Hoy conservarían la poca dignidad, e inocencia que les quedaba.

George cerro la puerta de la habitación de ambos y corrió a sus brazos, su hermano lloraba, lloraba de alegría por que, por un día, no tendrían miedo de cuando vendría un viejo a lastimarlos.

- Feorge, terminemos nuestro plan. Este año debemos buscar a ese niño. Antes de que el monstruo lo toque.

- Es verdad, debemos encontrarlo

Debemos encontrar a Harry Potter

RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora