𝘁𝘄𝗲𝗻𝘁𝘆 𝗳𝗼𝘂𝗿.

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→   CAPÍTULO VEINTICUATRO.

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LONDRES, INGLATERRA.
SEPTIEMBRE, 1973.

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freddie se había rehusado a comenzar el ensayo de la banda hasta que no tomara una de las buenas tazas de té que brian preparaba y john se había unido, pidiendo sus infaltables tostadas.

por su lado, el baterista, no tenía ganas de absolutamente nada. las tragedias en su hogar habían regresado junto con su padre y con él, también lo hacían las heridas en su cuerpo.

traía un corte en la ceja desde hace dos días, cosa que aún le dolía y bastante. había sido de los peores fines de semana de su vida y al estar encerrado en su cuarto, no se había visto con sus amigos para enviarle alguna nota a faith.

y lamentablemente, la chica no había tenido días muy diferentes. de hecho, era por eso, que llamaban a la puerta de la casa may con suaves golpes contra la madera.

brian suspiró, levantándose del comedor. con sus padres trabajando y sus tres desastrosos amigos tomando el desayuno con tanta comodidad, él era el temporal dueño de casa.

tan pronto como abrió la puerta, también abrió aún más sus ojos y no sólo por la sorpresa que le causaba ver a faith allí, sabiendo que roger estaba dentro; sino, por su rostro, ropa y brazos totalmente ensangrentados.

—hola, bri.— sonrió ella con debilidad.

pero a él, no le salían las palabras al verla en ese estado y menos ante que le sonriera con dulzura aún en tales condiciones.

—querido, ¿está todo bien?— gritó freddie desde dentro. —ya cierra que hace frío.—

brian decidió salir, entrecerrando la puerta tras él y antes de que ella reaccionara, ya la había envuelto entre sus brazos de manera protectora y reconfortante.

besó su cabeza con delicadeza mientras preguntaba suavemente qué había sucedido esta vez.

—mamá notó que tome su dinero y su... polvo hace unos días.— musitó en respuesta y se encogió de hombros para restarle importancia. —no te hubiera molestado con esto, pero ya no tengo con qué curar las heridas...—

se calló, cerrando los ojos, enterrando su cara un poco más en su pecho y soltando un quejido de dolor ante eso. la última botella de alcohol que había conseguido robar de una farmacia, a falta de dinero para comprarla, se había terminado la semana anterior.

𝐂𝐎𝐋𝐎𝐑𝐒  ✿︎  roger taylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora