Sentimientos intrusos

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Era una tarde calurosa, a pesar de estar en pleno invierno. En la grieta, los campeones charlaban animadamente, el gran árbol de navidad situado en el carril del medio daba buenas vibras a aquel lugar.

—¿Neeko, me escuchas?— La camaleona se asustó al recibir la voz de una de sus amigas por unos telecomunicadores que Zoe les había dado. Ahora mismo, Neeko no era Neeko, pasar por aquellas personas siendo otro siempre se le hacía muy fácil, pero hoy, tenía muchos nervios por haberle hecho este favor a su querida peli-naranja— Recuerda que tienes que actuar con normalidad.

—Claro, Neeko p-puede hacerlo.

—Si pones guirnaldas que sean rojas, se ven más bonitas— Taliyah se unió a la conversación.

—¡No, pon las verdes!— Se quejo la de ojos heterocromáticos— ¡Son más brillantes!

—Hay mucha gente, ¿y si descubren que Zoe no es realmente Zoe?— Preguntó ella, desviando el tema de las guirnaldas.

—Neeko, eres muy buena camuflándote, recuerdo las veces que me  troleaste entrando como si fueras el jungla— Dijo la morena, con un tono divertido para intentar animar a la camaleona— Lo vas a hacer bien.

— Mi plan con Ezreal no puede fallar, asique haz lo mejor que puedas tu nueva tarea—La voz de Lulú se coló levemente por el telecomunicador, y después despareció. La señal era bastante mala— Actúa con normalidad, y si te preguntan cualquier cosa, llévales siempre la razón.

—Esta bien.

Y la pequeña maquina que hacía que pudieran conversar, se apagó. Soltó un suspiro, no podía fallar a su nueva amiga. Rodeó el gran árbol de Navidad que habían ya terminado entre todos. Su altura superaba los tres metros, haciéndolo tan grande como algunos campeones. Nunca se había transformado en Zoe, ni siquiera en combates, pero ahora era una oportunidad de oro conectar su sho'ma con el de ella. Su pelo desafiaba la gravedad, flotando alrededor de ella, le pareció bonito y misterioso. Llegó al lugar donde quedaban algunas bolsas con adornos, se acercó para coger uno de ellos. Pero una cálida mano se cruzó con la suya, poniendo nerviosa a Neeko. Alzó la mirada hacia arriba para saber quién le había interrumpido su acción, encontrándose con los azulados ojos de Ezreal.

—¿Zoe?

En ese momento, todo dio vueltas en la mente de ella. ¿No debería estar el en el abismo de los lamentos, trayendo más adornos? ¿Zoe estaba allí para nada? 

— E-Esto, hola chico afemina-, ¡digo, Ezreal!— Se corrigió dándose una palmada en la frente mentalmente. Se dio media vuelta para no hacer contacto visual con él.

—¿Estas bien?— Preguntó el rubio, recordando que había sido un poco grosero con ella antes. Iba a disculparse, pero ella lo interrumpió.

—¿No deberías estar en Aram, trayendo más bolsas?

—Eso se lo dejaron a otra persona— Contestó con normalidad, pero después su mirada se volvió confusa— ¿Cómo sabías que tenía que llevar bolsas?

Neeko, sin saber que responder, huyó de la presencia de Ezreal, alejándose de la grieta del invocador. Cuando estuvo lo suficientemente lejos, tomo a toda velocidad su telecomunicador, intentando contactar con Zoe, pero esta no lo cogía. 

Por otra parte, la de ojos heterocromáticos iba marchando al abismo de los lamentos, dispuesta a confesarse. Cuando cruzó un terreno sin vegetación, con grietas en el suelo, pasó un aire tan frío como el hielo. Se acarició los brazos para entrar en calor, lo único que le abrigaba era un jersey de un reno. Pasó por la tienda que residía en Aram, siempre había un topo extraño tentándote a que compres algo, pero hoy no estaba. Zoe pensó que se tomó unas vacaciones navideñas. Anduvo hacia la primera torre, tan grande y ancha como el árbol, se apoyó en sus placas, mirando hacia el cielo. Había empezado a nevar. Ella seriamente se estaba replanteando volver  a su residencia y darse un baño caliente hasta al menos cuatro horas. El frío de Aram era casi mortal en invierno. 

Fiesta de año nuevo [Kayn x Zoe]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora