Favores

445 32 35
                                    

—¿En que estaba pensando?— Agitó su guadaña y la enterró en la tierra. Se sentía un completo estúpido.

Oye, no soy un juguete para que me dejes en cualquier parte.

Se sentó en un tronco de madera tirado en el césped. Miro su mano, la mano con la que había sacado a Zoe de el abismo de los lamentos y acompañado a la residencia. Se le subieron los colores a la cabeza, empezó a hacer bastante calor. Se estaba volviendo loco.

Mírate, pareces una remolacha. Esa niña si que toco fondo.

La grave risa de Rhaast inundó su mente. Kayn intentó ignorar las molestas palabras de él, juntó sus piernas y cerró sus párpados. Puede que meditando se calmara un poco.

—Escucha herramienta de jardinería, ella no es nada para mi— Lo apuntó con el dedo acusador.

¿Enserio? Hace una semana no decías lo mismo. "Oh, Zoe, yo que haría sin ti..."

El muchacho lanzó su arma lejos de él, ya harto de sus comentarios. Si seguía así, perdería la cabeza. Escuchó a Rhaast quejarse entre los arbustos, para la suerte de Kayn, había caído en un nido de picuchillos y le daba satisfacción la molestia de su arma. Él no tenía sentimientos, ni por ella ni por nadie. Intentó meditar en silencio, como su maestro Zed le enseñó años atrás. Apreciaba el silencio, y más aún cuando conoció a Zoe. La brisa invernal removía su pelo suelto mientras que intentaba poner su mente en blanco. Su calma desapareció cuando un arbusto a su derecha se agitó salvajemente dejando ver a un muchacho con una cresta blanca y ropas desgastadas, dándole un aspecto rebelde.

—¿Pero qué...?— Kayn vio al chico correr desesperado hacia él. Puso una cara de molestia cuando el de la cresta le agitó los hombros con pánico.

—Kayn, tienes que esconderme— Rogó. Su respiración era agitada, como si hubiera corrido una maratón. 

—Mira Ekko, resulta que estaba concentrado en una cosa, y no puedo— Intentó evitar al chico con sus palabras, pero no funciono. Ekko se pensó en decir las palabras correctas para no ser asesinado en segundos.

—Me cargué el árbol de Navidad.

—¿Qué?

Se quedaron mirándose, El árbol que les había costado a todos más de veinticuatro horas de sus vidas para hacerlo, desde el primer día de octubre hasta el último de diciembre. El árbol que tanto le había emocionado a Zoe.

—Todos quieren matarme— Siguió Ekko, ahora poniéndose de rodillas en frente del del peli-negro de forma dramática. Pero al escuchar las hojas removerse del mismo arbusto de donde había salido él, se escondió detrás de Kayn, como un conejo asustado. Tres mujeres salieron de ahí con el ceño fruncido. Una de ellas levantó su arma apuntando hacia ellos dos. 

—¡Como te atreves!— Gritó una de las mujeres con un cuerno. Kayn en silencio, fue retrocediendo pasos para poder escapar de allí, antes de que le involucren a él con esto. Pero no pasó desapercibido, ya que al dar el último paso las tres se abalanzaron hacia ellos empuñando sus armas.

—¡Corre!— Los dos se abrieron paso entre la jungla, esquivando los animales y golems  que habían allí. Ekko corría lo más que podía, mientras que miraba a su compañero como el podía atravesar las paredes con facilidad— Kayn, tengamos un trato— Los dos se escondieron en un arbusto para no ser encontrados mientras que hablaban.

—No quiero ningún trato contigo— Escupió el peli-negro. Recordó que había dejado a Rhaast entre los picuchillos, dándose una palmada en al frente mentalmente.

—Ayúdame a salir de esta, y te ayudo en lo que quieras— Ekko le sonrió, intentado darle algún tipo de confianza. 

—No necesito tu ayuda.

Fiesta de año nuevo [Kayn x Zoe]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora