Lo que no te mata, te hace más fuerte.
Pensó Ruby.
Quizá podría estar en lo cierto, pero siempre va a estar alguien que demuestre lo contrario. Ruby aprenderá que no todo lo que planeó podría salir exactamente igual, pero los resultados podrían ser...
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. ───────────── omnisciente.
Las manos de Jasper posadas en la cadera de la chica, acariciaba si cuerpo lentamente y con temor de hacerle daño, pero cada pensamiento era borrado a medida que Ruby besaba sus labios muy segura de su decisión; ambos lo deseaban. Las diminutas manos de la adversa viajaban por el pecho del vampiro y la otra posada en su mejilla, Jasper se aferró más a ella con desdén, se sentó en el sofá y con las mismas cargó a la menor de forma nupcial y caminar hasta la habitación de Ruby que los Shin habían preparado para las veces en las que ella se quedase a dormir.
La recostó cuidadosamente sobre la cama, la miraba con demasiado cariño en sus ojos, en donde en ningún momento podía caber la lujuria en ellos, era simplemente amor. Volvió a besar los dulces labios de Ruby, su ceño dejaba de fruncirse por abstenerse a hacerle algo, estaba completamente seguro que nunca la haría nada, y el temor que sentía era absurdo; sus manos llevadas al inicio de la camiseta de la muchacha, desprendiendola sin mucha prisa terminando de desecharla y tirarla al suelo, Ruby sintió sus mejillas enrojecidas, Jasper podía sentir el pulso nervioso de ella, y la ola de calma la invadió relajando su cuerpo. Con caricias, el rubio se dio la pequeña tarea de apreciar el cuerpo de su novia, la tocaba cual pétalo de una rosa, la besaba como si fuera a romperse.
Sus besos llegaron hasta el cuello de Ruby, húmedos y excitantes para ella... sin marca y solo cariño. Por el rato, poco a poco sus prendas iban disminuyendo hasta quedar desnudos frente al otro, nuevamente los nervios de la pequeña fueron presenciandose y borrandose casi al mismo momento que Jasper se encargó de ello; iba a pasar.
Estaba pasando.
Y al final pasó.
[...]
Los mimos de Jasper eran la cosa más bonita que Ruby podía sentir en su cabeza. Aún era de noche, su rostro descansaba en el pecho del vampiro mientras sus ojos eran cerrados, se sentía extraordinaria, como si hubiera sido su primera vez; deseaba que lo fuera, que así hubiera sido. No podía negarse sentirse aún avergonzada frente al chico, pero prefería no decirlo, o más penosa se pondría.
