Oικογένεια

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El caldero chorreante, Londres 2015.
19 años en el futuro.

Todo su cuerpo estaba temblando por sus nervios, siente que podría explotar en cualquier momento. Respiro profundo cuando sintio a alguien tomandole la mano, sonrio con cariño y volteo a verlo.

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Vacaciones de Navidad, Hogwats 1996.
Sexto año. Sirius está vivo.

Estaba en el gran comedor, sintiendo el agudo dolor en su pecho, advirtiendole que algo malo pasaria en cualquier momento, cuando unos minutos despues entro la orden del fenix con varios heridos, Snape estaba sangrando, Remus tenía una que otra herida mientras tenía cargada a  una herida Narcissa Malfoy quien solo sollozaba. Ahí sintió su corazón detenerse.

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Cargo a su hijo sin que este se lo pidiera, entre risas escuchando como se quejaba sobre que ya era suficientemente mayor para ser cargado.

—Cariño, para mi siempre vas a hacer mi bebe berrinchudo— Eso solo ocasionó que el niño se quejara más.

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Dumbledore se levantó de su asiento junto a los demás profesores, los heridos siendo escoltados hacía la enfermería, dejando a todo el comedor en un silencio profundo y nada acogedor. Su respiración sólo se iba agitando más y más.

Comenzó a sentir miedo.

¿Dónde estaba la felicidad de navidad?

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—Papá tengo once, ya voy a entrar a Hogwarts— Expresó entre quejas, sin querer admitir que amaba que su padre le cargará.

—Ya dije, eres mi bebé por siempre— Le beso la mejilla antes de dejarlo en el suelo de nuevo. Le tomó la mano y entraron al caldero chorreante, ambos iban con la capucha desus túnicas, cubiertos por completo para no ser reconocidos. Fueron hacia la pared de ladrillos, saco su varita y con unos toques esta se abrió dejando ver la entrada hacia el callejón Diagon. Los ojos del niño brillaron de la emoción.

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Se quedó quieto, en shock, esperando pacientemente a que entrará Draco, a que apareciera ahí, minutos, solo habían pasado unos minutos hasta que sintió a alguien agitandolo. Reaccionó y se levantó rápidamente, salió corriendo directo hacia la enfermería, ignorando los gritos de sus amigos. El solo tenía una cosa en mente.

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—No me sueltes la mano Jamie— Dijo mientras caminaban entre tanta gente. Después de años de no pisar lugar ahí, había olvidado como se sentía caminar en el callejón Diagon, la magia se sentía por doquier, el lugar era tan reconfortante y te daba la bienvenida como en un hogar.

Hasta que casi una ola de magos se llevan a tu hijo, desde ahí deja de ser reconfortante y empieza a ser desesperante.

—¡JAMES!— Su hijo solo se reía mientras era arrastrado por brujas y magos desesperado por terminar sus compras, suspiro irritado y sacó sacó varita —Accio James—

El cuerpo del niño fue atrastardo hacía el suyo de nuevo, James solo reía sin importarle nada. —Te dije que no me soltaras animal—

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Corrió lo más rápido que su cuerpo le permitía, sus piernas estaban adormecidas por el shock y su mente no razonaba. El solo quería ver que estuviera bien, que su cuerpo y persona estaban ahí con el de nuevo, vivo.

ΑνακάλυψηDonde viven las historias. Descúbrelo ahora