VI

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"¡La necesidad nos hace hacer cosas realmente extraordinarias!"

¡Increíble Kamo!

Daniel Pennac

CAPÍTULO SEXTO

En una ocasión recuerdo que nos dejaron hacer un amigo por correspondencia, no lograba entender porque le llamaban así, después de todo los mensajes eran enviados por correo electrónico... Eso no es correspondencia de verdad ¿o sí?

Para ese entonces ya cursábamos el cuarto grado, y mi amante seguía sin querer algún otro amigo.

Cómo la propuesta de correspondencias había venido por parte de una organización internacional, la maestra había declarado que quién no consiguiera al menos cien "cartas" de su emisario sería recompensado con una muy baja calificación. Y créeme, cuando esta maestra decía baja era literalmente baja, se rumoraba que era estricta, y por su forma de ser hasta entonces, decidí que sí lo era.

Así yo me preocupe por mi amante. Cabía la posibilidad -cómo lo mencionaba la convocatoria- de que algún emisario dejara de responder por alguna ofensa, o simplemente por que él ya no quería. Debo admitir que en cuanto leí esta parte abrí los ojos como loca y gire a ver a mi amante, casi gritando casi obligándole a responder a todas y cada una de sus cartas. Por fortuna no grite nada, o la maestra Resendiz me hubiese castigado, sin embargo mi amante entendió mi mensaje, de mala gana he de aclarar.

Al principio creí que ni siquiera se dignaría en escoger un emisario, en cambio me sorprendió saber que el había elegido primero que yo, que tan ocupada estaba preocupándome por su iniciativa que había olvidado por completo la mía. Así fue como comencé a intercambiar mensajes, esta vez con una persona diferente.

Mi emisario: Anthon Breceda.

Las primeras cartas fueron difíciles, tanto para mi como para mi amante. Tan acostumbrados como estábamos a hablar entre nosotros nos fue difícil conversar con otra persona.

Mi primer mensaje fue torpe y apurado, necesitaba juntar las cien cartas con urgencia, así pues sólo escribí: Hola. Me llamo Ailen, soy de México y tengo diez años...Curso el cuarto de primaria y amo leer. En serio, realmente AMO leer.

Yo creí que ese mensaje ahuyentaría a mi emisario, sin embargo su respuesta fue muy positiva. ¡En México sufrías por conseguir un amigo lector y en España todos parecían leer! Menuda cosa esta.

Confieso que de inmediato corrí a contárselo a mi amante, olvidando por completo que estaba en mi habitación, sola. Así tuve que esperar hasta el día siguiente, y cuando llegue a nuestro lugar, le descubrí leyendo, eso no era raro, pero que leyera una hoja arrugada en lugar de un libro sí que lo era.

-¿No te alcanzó para el libro completo? -pregunte, divertida.

Mi amante se giro a verme y sonrío, estirando la mano para pasarme la hoja. La tomé y comencé a leerla.

-En voz alta -dijo.

-"Hola, me pareces una persona de lo más linda ¡Lo juro! En cuanto vi la foto en la lista de emisario no pude evitar pensar eso. Jamás me hartaré de ti, como dices en tu carta. Besos" -terminé de leer y le vi, en sus ojos una mirada de expectación.

-¿Y? -dijo.

Su mirada triste.

-¿Y? -conteste -. ¿Qué hay de malo en su respuesta? -mi respuesta pareció doler-le ¡y ni siquiera logré entender porqué!

Ahí estaba él, en su actitud de Heathcliff que nadie lograba entender del todo.

-Vamos, no te enojarás por una pequeñez como esa ¿o sí? -no respondió, sólo me quitó la hoja y la arrugó para arrojarla en su mochila.

Le he perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora