La primera vez que Xue Yang sostuvo un arma de fuego fue cuando tenía trece años, en ese entonces era un chiquillo de manos temblorosas así que la mayoría de sus disparos eran bastante torpes, las primeras veces no pudo cazar ninguna una ardilla, mucho menos un conejo, pero se sintió satisfecho cuando le atino a una lagartija que estaba tomando el sol sobre una roca a la orilla de un pequeño arrollo en el bosque al que solía ir con su mejor amigo.
Habían pasado muchos años desde ese día, pero aún así su cara ardía de vergüenza cada vez que Meng Yao le recordaba cuanto orgullo le salía del cuerpo por haber matado al pequeño reptil, luego de atinarle con la última de veinte balas que le habían entregado.
Era una de las anécdotas favoritas del mayor y la que más risa le causaba cada vez que la recordaba. Aunque ahora era diferente, puesto que siempre procuraba atrapar a los conejos más grandes y gordos que encontraba.
No existía ninguna regularidad en las visitas que hacían al bosque, podían ser cualquier día al azar en cualquier mes, siempre y cuando ambos chicos tuvieran tiempo, lo único que no cambiaba eran las actividades, todo dentro de una especie de competencia de caza en la que el perdedor debía lanzarse a un arrollo cercano completamente desnudo, no era tan malo cuando eran días soleados, no parecía tanto un castigo, sin embargo todo cambiaba cuando hacía frio, entonces, se convertía en un verdadero tormento. La mayoría de las veces ganaba su estúpida competencia, y eso le daba aún más satisfacción que haber matado una lagartija.
—Esta vez he ganado yo —recalcó Yao mientras despellejaba al animal entre sus manos
Xue Yang suspiró —Ya lo sé no tienes que recordármelo —luego de haber destazado y limpiado el cadáver que le tocaba lo echó en la hielera que había en el centro y comenzó a desvestirse.
Ese día ya eran casi las cinco de la tarde, el cielo estaba completamente nublado y hacia bastante frio, Yang cerró los ojos antes de echarse a correr en dirección al pequeño arrollo, dio un salto y aguanto la respiración, el agua estaba helada, sintió como si un montón de agujas se clavaran en su pecho, brazos, piernas y espalda, se apresuró a salir y se enroscó en la toalla que dejó junto a su mochila.
Meng Yao comenzó a reír como un demente, le encantaba esa parte del juego (pero solo cuando el menor era quien debía cumplir con el castigo).
Echó las piezas limpias del conejo en la misma hielera y comenzó a recoger los desperdicios, con una pala cavó un hoyo lo suficientemente grande y profundo y los aventó ahí luego rellenó el agujero y puso un montón de hojas para ocultar la diferencia de la tierra trabajada.
Xue Yang volvió a ponerse su ropa y secó lo más que pudo su cabello, tomo una pastilla para evitar resfriarse y empezó a guardar las cosas en la cajuela del auto del mayor.
Luego ambos se subieron al vehículo y emprendieron el viaje de regreso.
Yao buscó un lugar en el estacionamiento del supermercado que estaba cerca de su mansión y subió los vidrios polarizados, le tocaba Yang ir a comprar las cosas con las que cocinarían a los animales que habían atrapado, el menor se puso una mascarilla y sacó su billetera de la guantera, metió las manos en los bolsillos de su chaqueta apenas el frio rozó con ellas, tenía que ir solo ya que el mayor debía cuidar que casi nadie lo viera con él, no entendía muy bien ese asunto, era algo relacionado con la política de su familia y a Yang le daba pereza investigar ese tema a fondo, le bastaba con tener en claro que él podía ser la salida en cualquier momento, lo hacía sentir seguro.
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O B S E S I Ó N
FanfictionXue Yang tiene 18 años, estudia en la preparatoria universitaria de Beijín, lleva una vida normal como integrante del equipo de futbol hasta que aparece alguien que lo hace revivir su pasado, trayendo de vuelta el odio que lo hacia sentir, seguido d...