♥ En Familia ♥

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~La familia es donde el vida empieza y el amor nunca termina~

Alexander se ofreció para ser él quien le fuera a informar a Bryan que iban a estar en su casa. Pero en realidad lo que hizo fue pedirle a su familia que no los molestaran y que se hicieran cargo del niño un rato mientras él y Neyra descansaban un rato juntos.

Cuando llego a su habitación la encontró profundamente dormida y se alegró de volver a verla dormir nuevamente en su cama. Al mismo tiempo y sin darse cuenta una gran sonrisa se dibujó en su rostro al ver el vientre prominente de Neyra, se sentía orgulloso y feliz por haber sido el responsable y el portador de la semilla de ese pequeño milagro que crecía cada día en el vientre de la mujer que amaba. Se acostó a su lado quedando frente a ella, tenía la intensión de admirar a su amada y disfrutar ese momento; sin embargo, el efecto de la pastilla lo obligó a cerrar sus ojos.

El toque de unas caricias ávidas comenzando sobre una de sus piernas por debajo de la tela de la falda, y un camino de besos húmedos descendiendo de su cuello hacia su pecho; fue la forma en la que Alexander despertó a Neyra. Aun se sentía cansada por lo tanto se negaba abrir sus ojos, solo quería continuar disfrutando de su toque y de todo lo que sus manos y sus besos provocaban en ella. Su respiración se volvió agitada cuando las caricias comenzaron a ser más atrevidas, al punto que un leve gemido escapo de su boca.

–Bonita, Neyra.

Neyra escucho a lo lejos la voz de Alexander, ¿cómo era posible que le hablara si en ese preciso momento su boca estaba ocupada enloqueciéndola mientras besaba su cuerpo?

–Mas te vale estar soñando conmigo. –le dijo Alexander al oído a Neyra y obligándola a despertarse y abrir los ojos.

–¡Noooo! –se quejó ella al darse cuenta de que sólo había sido un sueño.

–¿Si no estabas soñando conmigo, se puede saber con quién carajos estabas soñando? –pregunto Alexander molesto.

–¿Alex porque me despertaste?... ¿Con quién más voy a estar soñando si no es contigo? – reclamo Neyra provocando que el ego de Alexander se elevara y que también creciera el deseo por hacerla suya. Neyra vio en sus ojos la llama del deseo y correspondió sus besos y sus caricias con el mismo furor que él lo estaba haciendo. Cuando sus ropas comenzaron a estorbarles y cuando estaban a punto de comenzar a quitárselas, el timbre de la puerta los interrumpió. Las voces de los niños que se escuchaban confirmaron que su hijo había llegado acompañado de sus primas y que lo más probable era que estaba ahí porque ya era hora de irse a su casa.

Alexander no estaba contento por la interrupción, pero lo tomo mejor que Neyra. A ella los últimos días las hormonas del embarazo la tenían deseando las caricias de un hombre. Pero no de cualquiera, solo de Alexander, y ahora estaba doblemente frustrada porque la dejaron a medias tanto en su sueño como en la realidad; lo cual la puso de muy mal humor. Alexander se rio al escucharla maldecir en tono bajo.

–No te enojes bonita, tenemos más tiempo que vida para amarnos.

–Ahórrate tus palabras y tus frases que de nada me sirven en este momento. – le dijo cortante, muestra de que estaba molesta.

–Mi amor no te enojes conmigo, yo estoy dispuesto a complacerte. Si quieres ahorita mando un rato más a Bryan a la casa de mis papas o con mi hermana, ella estaría encantada de cuidarlo un rato.

–No, no es necesario. Siento si te hable mal, es que no tienes idea de cómo me siento de frustrada. Me molesta no poder tener control de mis emociones o necesidades. No puedo creer que las hormonas me estén haciendo esta mala jugada. –dijo quejándose y haciendo un puchero; el cual le pareció de lo más tierno y a la vez seductor.

Una Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora