♥ Los Recuerdos ♥

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     ~Por ellos sé que tan importante fuiste para mí, y también porque necesito olvidarte~


Alexander no esperaba ver la tranquilidad y la leve sonrisa burlona con la que Neyra le respondió, sobre todo después de haber escuchado su comentario de tan mal gusto. En fracción de segundos comprendió el porqué de su extraña reacción, al ver su mirada distante antes de cerrar los ojos y colapsar en el piso. En esta ocasión no pudo evitar que las piernas de ella tocaran el piso, solo alcanzo a sostenerla por los hombros para prevenir que se fuera a golpear la cabeza.

Un par de segundos después, Neyra abrió los ojos; al parecer le costaba trabajo mantenerlos abiertos. Cuando finalmente pudo tenerlos abiertos no le respondió las preguntas que él le hizo, y poco después sacudió sus hombros para que él quitara sus manos de ella.

–Suéltame –dijo reuniendo todas sus fuerzas. Se sentía mal, pero vagamente recordaba el comentario mordaz de él. Enseguida le retiro a Alexander las manos quien no puso objeción porque estaba sorprendido de ver el rostro de ella tan pálido.

A pesar de que Neyra no se sentía bien, aun así, hizo el esfuerzo de mantener el balance apoyando sus palmas en el piso. Él aguardo unos segundos más antes de ofrecerle su ayuda al ver que estaba aún esperando a que pasara el malestar.

–No te vez nada bien. Déjame que te lleve a la casa de tus padres o a la sala de emergencia.

–No –respondió negándose. – Solo me excedí, no he dormido bien. –contesto pautadamente e intento levantarse. Al ver que no pudo hacerlo por sí misma, termino aceptando la ayuda de Alexander. Los gestos de su cara revelaban el gran esfuerzo que estaba haciendo para mantenerse de pie y sus manos comenzaron a enfriarse en solo segundos, mientras la palidez de su rostro resaltaba las oscuras ojeras que vio hasta ese momento.

Fue entonces que Alexander recordó que ella le había mencionado que se sentía mal y lo extraña que había estado los últimos minutos, particularmente a la hora de vestirse.

Alexander no podía evitar sentirse un como un patán, Neyra cedió a sus caricias y besos porque no se sentía bien. Fue el quien la desvistió y la hizo suya, ella únicamente se dejó llevar. Sentía vergüenza porque se dejó llevar por el momento y el deseo incontrolable; como era posible que no se haya percatado de que ella no estaba bien.

–Va a ser mejor que te sientes o te recuestes un poco. –sugirió él, viendo hacia la pastura que era lo que estaba más cerca en ese momento. Lo que menos deseaba en ese momento era imponer su voluntad.

Alexander espero a que ella comenzara a caminar, pero eso no sucedió porque ella no creía poder hacerlo.

Neyra deseaba poder decirle que allí estaba bien, pero no tenía fuerzas ni para hablar. Intento sentarse y mientras lo hacía cerro los ojos brevemente esperando recuperar sus fuerzas, pensó en apoyarse en el piso. Sin embargo, su mano no llego a tocar el piso porque perdió el conocimiento. Algo que Alexander ya veía venir, por lo que la sujeto y la tomo entre sus brazos.

Alexander dudo entre llevarla a la casa de sus padre o su cabaña. El único problema de llevarla a su casa era que tendría que darle explicaciones a Manuel. No tendría ningún problema en hacerlo, ya que después de todo; ambos eran adultos y fue con el consentimiento de ella. Al pensar, en eso; lo pensó mejor y decidió mejor llevarla a la cabaña. Para prevenir un gran problema en caso que ella dijera lo contrario; solo para joderlo. Y también porque cuando el se lo sugirió anteriormente, ella estuvo renuente.

Por suerte había dejado la puerta de su casa entreabierta, lo que le facilito que entra con ella en brazos. Con cuido la recostó en el sillón de la sala y no se apartó de su lado hasta que vio como poco a poco el color de su rostro y de sus labios regreso y la vio abrir los ojos.

Una Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora