EPÍLOGO: SANO Y SALVO

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JongIn

Los padres Alfa generalmente se quedaban con sus compañeros durante el parto, especialmente con los partos en casa, pero la partera le había dicho firmemente que para cada regla había una excepción antes de mostrarle la salida.

Sin ninguna forma de distraerse, caminó por todo el lugar y se mordió las uñas. Los sonidos que provenían de la habitación estaban apagados, pero no lo suficiente amortiguados.

KyungSoo, pensó, como si pudiera enviar sus ondas cerebrales a través de la puerta cerrada. KyungSoo, recuerda que eres fuerte. Suficientemente fuerte como para domarlo con el acero delicadamente escondido en su guante de terciopelo. A pesar de sí mismo casi se rió entre dientes, recordando cómo el Alfa de la manada había intervenido para que tuviera al Omega.

Sé que me quieres le había dicho. Y JongIn lo hacía. Aún más desde entonces. KyungSoo lo demostraba en todo lo que hacía. Sólo hacía falta observar este vestíbulo. Con KyungSoo a su lado, ayudándole, las cajas que habia tenído que desembalar parecían casi derretirse. Las telarañas desaparecieron, y las ventanas limpias dejaban entrar la luz del sol. Él no estaba dando vueltas sobre tablas desnudas, sino sobre alfombras trenzadas que absorbían el choque de sus pasos. Se detuvo con una mueca de dolor al oír los gemidos de KyungSoo desde el interior de la habitación. ¡Recuerda que eres fuerte! hizo una pausa, conteniendo la respiración, pero el ruido se había detenido. Apretó un puño en su frente. Condenada partera. Cinco segundos más y tiraría esa puerta abajo ¡Si, lo haría!

Una puerta se abrió, no la que él había esperado. La puerta principal, sin mucho más que un golpe para pedir permiso, admitiendo una ráfaga de aire helado y la nieve recién caída. El Alfa SiWon entró, quitándose una capa de polvo de los hombros de su voluminoso abrigo. JongIn lo había hecho para él usando pieles de carnero, en agradecimiento por su intromisión, si no hubiera amenazado con alejar a KyungSoo para siempre, él sabía que no se habría dado cuenta de cuánto quería estar con el Omega. No podía decir que se llevaban bien, pero se respetaban mutuamente.

—¿Alguna novedad? —Preguntó SiWon concisamente, ladeando la cabeza para escuchar antes de que pudiera responder.

JongIn se corroía la uña del pulgar.

—Nada.

Alguien que no lo conociera no sería capaz de leer la preocupación del Alfa. SiWon en su expresión fría, pero JongIn había aprendido y podía oír el subtexto en su calma.

—Hmm. —Él levantó una ceja.— ¿No pensaste en irrumpir?

—Pensé en ello.

—Piénsalo más —dijo SiWon. Se desabrochó la chaqueta y la mantuvo abierta.

—¿Bien? Están a salvo en el interior. Suelten mis piernas y vayan con
su padre.

Dos crías se aferraban a SiWon, una conectada a cada una de las piernas del líder de la manada. Tres años de edad, no había una sombra de diferencia entre ellos. Cada uno tenía el pelo oscuro y mas negro al igual que el de su padre Omega y ni que decir de los bellos ojos azules, mientras que JiSung era tímido hasta los huesos, SeHun tenía la sonrisa pícara de un cachorro que podría salirse con la suya. Aunque JongIn había mirado, no podía espiar un rastro de su padre biológico en la mente o el cuerpo, y estaba salvajemente alegre de eso.

Se arrodilló y esperó con los brazos abiertos, para que los cachorros que había adoptado como propios corrieran hacia él, grande había sido su sorpresa cuando llego el día del parto, eran dos pequeños cachorros los que KyungSoo había estado esperando. Estos se miraron el uno al otro como sólo los gemelos hacían, se rieron, y salieron disparados hacia él con sus piernas cortas.

SiWon observaba con esa no-sonrisa suya, traicionado su diversión oculta.

—Pensé que todo habría terminado por ahora, o los habría mantenido fuera un poco más.

El recordatorio hizo a JongIn tensarse por la preocupación, pero él se la quitó de encima para no asustar a los niños.

—KyungSoo es fuerte.

—Eso es un hecho —respondió SiWon. Levantó la cabeza y sonrió débilmente.— Ahí. ¿Oyes eso?

JongIn se disparó a sus pies, esforzando los oídos. ¿Era - no – sí? Sí, lo era. Se hacía más fuerte a medida que escuchaba, un gemido que se convirtió en un rugido a pleno pulmón. JiSung y SeHun miraron con los ojos abiertos.

Él tendió a los cachorros hacia SiWon y agarró el pomo de la puerta en el segundo que sus manos estuvieron libres, dándole un giro tan violento que la arrancó de las bisagras.

En el interior, KyungSoo se rió de él, el sonido más dulce que jamás había
oído. La comadrona lo había apoyado en cada almohada que poseían, y aunque se lo veía cansado él nunca, nunca había estado tan hermoso.

JongIn se apoyó en el marco de la puerta.

—Ahí estás. —Los ojos de KyungSoo se arrugaron con la anchura de su sonrisa, reconociendo las palabras que JongIn le había dicho el día en que se aparearon.

—Aquí estoy —dijo.— Y ahí estás tu fuerte como siempre. Y aquí está nuestro nuevo hijo JongIn, ven y conócelo.

—Malditamente seguro que lo haré.—El corazón de JongIn no pudo haber estado más completo. Cruzó la habitación y se arrodilló junto a la cama, tomando la mano de KyungSoo en la suya y besando la parte posterior. —El es mío y tú eres mi Omega y nunca te dejaré ir.

—Bueno. —KyungSoo lo atrajo para besarlo.— Como debe ser JongIn. Estoy con mi Alfa, con mis tres hijos, en mi hogar protector, sano y salvo.

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