Salvación.

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Decidí desaparecer durante un tiempo de los medios intentando aceptar las mínimas entrevistas posibles y centrarme en mi búsqueda de pruebas. Por mucho que Kurusu hubiera confesado aquella noche, no tenía pruebas de ello así que volvía a empezar desde cero.

Niijima estaba especialmente molesta conmigo debido a mi cambio de humor repentino. No podía negar que los acontecimientos de los últimos días me habían pasado factura y no es fácil disimular cuando sientes que ya no te queda nada. Aún así, me volqué completamente en mi trabajo, esperando que el dolor desapareciera algún día.

Ese día al llegar a la estación de metro me encontré con él. Estaba hablando con el estúpido de Ryuji mientras esperaban y yo me puse en un lado, deseando que no cruzar ni una mirada con él.

Para no variar, mi mala suerte hizo hincapié, haciendo que Kurusu se girara y me viera de pie, disimulando con el teléfono móvil en la mano. Suspiró y siguió hablando con su amigo sin quitar la mirada de mi dirección hasta que el rubio se dio cuenta de mi presencia.

- Uf... Tío, otra vez él, con lo bien que estábamos estos días sin encontrárnoslo, ¿eh?

- Ryuji, no empieces... - le respondió con voz algo molesta.

- ¡Ey, tío! ¡No entiendo por qué te enfadas, si es un imbécil!

- ¡Te he dicho que pares! - Kurusu perdió los papeles y elevó la voz. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, pidió disculpas.

- Tío... Ni que fuera tu novia para ponerte así... - dijo el macarra haciendo que se me acelerara el corazón a mil por hora.

- Ya... Lo siento, tío... - respondió con una sonrisa nerviosa.

Por suerte Ryuji no era especialmente listo así que no se dio cuenta de lo mal que estaba actuando Akira.

Ojalá todo fuera diferente...

Entramos al mismo vagón y de vez en cuando nos mirábamos, llegó un momento dónde ya no intentábamos disimularlo. Sus gafas se empañaban ligeramente con el baho de la multitud y a mí eso me había parecido siempre adorable.

Primero me bajé yo en mi parada y el día continuó. Clases, reunión de trabajo, estudio... Lo normal en mi día a día hasta que por la tarde recibí un mensaje.

Akira: "Hola, ¿estás bien? Tenías mala cara hoy en el metro... "

Sabía que no tenía que responder, por fin había sucedido lo que tenía que suceder, no debía retroceder.

Akechi: "Hola... Estoy bien, sólo estoy cansado"

Sin embargo, fui débil.

Akira: "Te debo una disculpa... Me gustaría saber si podríamos quedar para hablar sobre lo que pasó"

Akechi: "No te preocupes, es mejor dejarlo así"

Akira: "Te echo de menos..."

Estúpido...

Akechi: "Mañana tengo la noche libre... Si quieres, podemos jugar un rato al billar"

Akira: "Genial... A las 20.00 allí, ¿vale? ¡Mañana intentaré ganarte!"

Mis ganas de verle eran indiscutibles. Una de las cosas que me atraía de Kurusu era ese enfrentamiento que teníamos continuamente en todo, incluso eso fue lo que hizo que un día le besara en mitad de una de nuestras partidas de ajedrez.

[...]

La madrugada y el día pasaron casi sin darme cuenta. Sólo pensaba en la noche.

Llegué al lugar y Kurusu ya me estaba esperando algo impaciente. Había llegado bastante pronto así que supuse que estaba tan impaciente como yo. Al verme llegar esbozó una preciosa sonrisa.

From Enemies To LoversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora