Querido Jim,
Hace tiempo que no te veo. La carta de hoy es sobre los mensajitos que me dejabas, esos en los que dejabas tu firma.
Al principio del curso no sabía si yo te gustaba, si me considerabas tu amiga o simplemente lo hacías para molestarme. Estuve días y días dándole vueltas, pero tú seguías mandándome notas todos los días, algo que has hecho desde que te conozco.
Hablé con mi mejor amigo para ver qué pensaba él sobre todo esto y por si me podía dar algún consejo. Me dijo que me dejara llevar, eso fue lo que hice, para ver a donde deparaba esto. Meses después me invitaste a ver Sólo amigos al cine y no supe como tomarme aquel día. No me besaste, me abrazaste. Quizás estuve un poco loca al pasarme toda la tarde buscando en Google qué significaba todo aquello que hacías. Lo siento, pero es que me habías hecho estar locamente enamorada de ti.
Volví a preguntarle a mi amigo y dijo que habían posibilidades de que estuvieras interesado en mi. ¿Posibilidades? ¿A qué se refería con eso? "Haber posibilidades" puede ser tanto un 50%, como 90% o como un 0.000001%.
Después de lo que pasó el día del cine, me seguías lanzando notitas en clase. Siempre eran positivas o divertidas, pero el efecto siempre era el mismo: hacerme sonreír.
Cada vez cogí más confianza contigo, me sentía bien desde que me abrazaste ese día tan frío de invierno. No podía sacarte de mi cabeza. Tenías que ser tú el causante de mis risas en clases, de las malas calificaciones y mi razón número uno para ir al instituto todas las mañanas.
Estoy muy enamorada de ti, Jim. Te extraña,
Mae.