Carta cinco

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Querido Jim,

Esta noche es Navidad. Desde la ventana de nuestro apartamento oigo risas y voces embriagadas bajo la luz de las tiendas y los carteles cegadores de la gran ciudad. Recuerdo la primera fiesta a la que me invitaste.

Teníamos diecisiete años. Fue el sábado 17 de junio del 2007. Me invitaste a la fiesta de Tiffany aún sabiendo que ella me odiaba. Yo estaba muy nerviosa, porque nunca antes había ido a una fiesta de adolescentes.

Entramos y, cada vez que recuerdo esa fiesta, se me viene la peste de alcohol a las fosas nasales. Me tiraste del brazo hasta la cocina y me serviste una bebida roja con olor a golosinas pero que era notablemente alcohol. La mejor bebida de todas, en mi opinión.

Después de un par de horas de fiesta me invitaste a jugar a verdad o reto, pero con chupitos. Todos hacían unas miseria de preguntas y proponían retos de la misma manera. Éramos como doce personas en la habitación y le tocó el turno a la anfitriona, Tiffany.

"Jim, ¿eliges verdad o reto?", te preguntó. Miraste a todo el mundo y luego me miraste, a la vez que elegías contar la verdad. Tiffany te hizo la siguiente pregunta: "¿Quién es tu amor platónico?". Ella lo dijo con una seguridad que casi tumbaba para atrás. Pero tu la remataste pronunciando mi nombre.

Ese día fue el mejor jaque mate de la historia. Siempre lo diré.

Ese momento fue muy gracioso, tanto que no me acuerdo como había llegado ese día a mi casa y sin que se enfadaran mis padres.

Te debo todo. Te quiere,

Mae.

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