Carta ocho

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Querido Jim,

Me vuelven a hacer aquella prueba. Esa enfermedad que dicen que puede ser peligrosa para mis seres queridos. Estoy llena de manchas, pero no veo personas.

El día que te conté sobre esto te lo tomaste normal, como si de una gripe se tratara. Sacamos a nuestro perro Whisky y nos comimos un helado en la avenida marítima del pueblo vacacional.

Permanecías callado, sin hablar del tema, y si te hablaba de él, hacías un gesto con la barbilla y seguías caminando.

¿Qué me querías decir con eso?

A veces no te comprendo,

Mae.

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