CAPÍTULO NUEVE

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Cuando llegué a casa estaba muy confusa. No sabía como tomarme lo que acababa de pasar. Sí, lo había disfrutado. No se hasta que punto esta bien decir eso, ya que no creo que sea muy apropiado disfrutar de que tu profesor te empotre contra la mesa.

Para evadir mis pensamientos, después de cenar me puse a ver una película en Netflix. No sabía que ver así que puse lo primero que ví: 365 días. Pintaba interesante. La película no ayudaba. Todas esas escenas me recordaban a Carlos. No podía dejar de imaginarnos así. Cuando terminó la película me fui a dormir.

El sonido del despertador me sacó de mi sueño. Yo estaba atada a la cama mientras Carlos deslizaba su lengua por mi vientre y seguía bajando. Pero el despertador sonó en la parte más interesante. 

Después de desayunar y vestirme con lo primero que encontré en el armario, cogí mi mochila y fui directa hacia el instituto. Tenia 15 mensajes de Maite, pero la verdad es que ahora mismo no me apetecía hablar con ella. Tendría que mentirle y no me gusta mentir a mi amiga. 

Las horas pasaban lentas, y a tercera hora tocaba geografía. La hora que más eterna se me hacía. Cuando llego el profesor, Omar Ríos, me acerque a su mesa para entregarle la práctica del tema. 

- Gracias Adriana, si no te importa me gustaría hablar contigo cuando termine la clase para aclarar unas cosas. - dijo con un tono un tanto extraño. 

- Sin problema - respondí confusa. 

¿De que querría hablar? Yo le había entregado todos los trabajos, y mis notas en la asignatura eran más o menos buenas. 

Cuando terminó la hora todos mis compañeros salieron de clase corriendo hacia el patio. Yo me quede sentada mientras todos se iban. Omar se acerco a mi mesa y me dijo:
- No sé muy bien como abordar este asunto, Adriana.

- ¿Qué ocurre?- dije preocupada. 

- Ayer por la tarde te vi entrando al despacho de Carlos. Mi despacho es el contiguo. Pude oír ciertos sonidos que me llevaron a deducir lo que estaba ocurriendo allí dentro. 

- Yo... yo no se que decir. 

- Tranquila, no tienes que decir nada, pero si que tendrás que hacer algo si quieres que yo guarde silencio y esto no salga a la luz. Ahora puedes irte.- 

Me quedé atónita. ¿Se estaba refiriendo a lo que yo creía? Esto no me podía estar pasando a mí. Cogí mis cosas y me fui corriendo hacia mi casa. Las clases se habían terminado para mi por hoy. 

CASTIGO PLACENTERO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora