CAPÍTULO TRES

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Me voy corriendo a casa. No lo entiendo, nada tiene sentido. Esto no puede ser real. Es el puto profesor de educación física. Y está buenísimo. Joder. Cuando llegó a casa no hay nadie. ¡Menos mal!
Una hora más tarde llega mi madre preguntándome que que hago allí.
- Me encontraba mal y he venido a casa.
-¿Necesitas ir al médico?
-No, es un simple dolor de cabeza.
Me dirijo a mi cuarto y trato de aprovechar el tiempo estudiando para el examen del miércoles. A los 10 minutos me llama Maite.
-¿Dónde estás?
- En casa.
- ¿Te pasa algo?
- Me encuentro un poco mal, dolor de cabeza. - trato de que no se de cuenta de que le estoy mintiendo.
-Ah vale. ¡Mejorate! Por cierto ya he tenido clase con el gilipollas de educación física. Menudo cabrón. Eso sí, está buenísimo. Pero nos ha estado todo el rato riñendo por no correr lo suficientemente rápido según el.
- Ya la verdad es que es un hijo de puta. Pero bueno solo nos quedan 5 meses. Al menos no es todo el curso.
Cuando cuelgo el teléfono me pregunto por que n ose lo he contado a Maite. Ella es mi mejor amiga. Pero prefiero no contárselo todavía.

CASTIGO PLACENTERO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora