Llegamos a la primera calle iluminada por el alumbrado público. Serían las once de la noche. Me parecía una emocionante y arriesgada aventura pasear tan tarde por el pueblo, pero me sentía protegido al lado de Ami.
Mientras caminábamos, él se detenía a contemplar la luna entre las hojas de los árboles; a veces me decía que escuchásemos el croar de las ranas, el canto de los grillos nocturnos, el rumor lejano del oleaje. Se detenía a aspirar el aroma de los pinos, de las cortezas de los árboles, de la tierra; se ponía a observar una casa que le parecía bonita, una calle o un rincón en una esquina.
—Mira qué bellos esos farolitos... como para pintarlos. Fíjate cómo la luz sobre esa enredadera. Y esas antenitas recortadas contra la luna... La vida es para disfrutarla sanamente, Pedro. Trata de poner atención a todo lo que ella te brinda; el lado mágico de las cosas se encuentra a cada instante, pero no solemos prestar la atención necesaria a las cosas simples. Intenta percibir y sentir, en lugar de pensar. El sentido profundo de la vida se encuentra más allá del pensamiento. ¿Sabes, Pedrito? La vida es un cuento de hadas hecho realidad, es un don muy valioso que se te brinda porque <<alguien>> te ama...
Su energía, sus palabras, me hicieron ver las cosas desde un nuevo punto de vista. Ahora me parecía increíble que ese mundo que estaba contemplando fuese el habitual, el de todos los días, al que jamás prestaba atención; ahora me daba cuenta de que yo era una especie de milagro, que vivía en un lugar parecido al paraíso, y que no lo había notado jamás antes porque estuve todo el tiempo algo así como <<dormido>>, enfrascado en asuntos mentales, sin darme cuenta de nada más.
Llegamos a la plaza del pueblo. Unos jóvenes estaban en la puerta de una discoteca, otros conversaban en el centro de la plaza. El lugar estaba tranquilo, especialmente ahora que la temporada veraniega había llegado a su fin. Nadie se fijaba en nosotros a pesar del traje y el pelo de Ami; tal vez pensaban que se trataría de un disfraz inocente. Imaginé qué pasaría si supieran la clase de <<niño>> que paseaba por allí; nos rodearían, y vendrían los periodistas y la televisión.
—No, gracias –dijo Ami, leyendo mi mente–. No quiero transformarme en mártir...
No comprendí qué quiso decir.
—Primero, me llevarían preso por haber entrado <<ilegalmente>> en este país. Luego pensarían que soy espía y me torturarían para obtener información acerca de nuestros <<planes de invasión>> y, sobre todo, de nuestros avances científicos, para ver cómo convertirlos en armas... Después de haberme exprimido cómo un limón, con métodos no muy amorosos, los médicos querrían echar un vistazo al interior de mi lindo cuerpecito... No, gracias.
Ami reía mientras relataba una película tan horrible, aunque reconocí que era posible y me sentí intranquilo por él, y peor cuando se le ocurrió acercarse muy alegre a conversar con los chicos de la plaza... Se lo impedí; nos sentamos solos en un lugar más retirado.
—<<Míster Paranoia>> eternamente pre-ocupado –dijo riendo.
No le hice caso y me puse a pensar que los extraterrestres deberían ir mostrándose poco a poco para que la gente se fuera habituando a ellos, y luego, un día, presentarse abiertamente.
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Ami el niño de las estrellas
Science FictionPedro, un niño de diez años, pasa sus vacaciones de verano en un pueblo costero. Una noche, en la playa, traba amistad con un niño extraterrestre llamado Ami. Junto a su nuevo amigo, vivirá una serie de experiencias insólitas y sorprendentes: recibi...