Buenos días, vuelva pronto

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La imagen del techo del apartamento fue lo que los ojos de Éire se encontraron al despertar, sin embargo y al más mínimo meneo que hizo para salir de la cama el cuerpo le dolió como el infierno a lo que un gimoteo escapó de sus labios mientras se hacía un ovillo. Aunque movimientos y sonidos ajenos a ella la hicieron parar para después e instintivamente girarse. Bajo un semblante sereno y sumido en el profundo encanto de Morfeo, Hellboy dormitaba. Suaves ronquidos salían de él al igual que una pequeña estela de saliva se resbalaba de entre sus labios hasta llegar a su mentón mientras unos cuantos mechones negros cubrían su rostro. El brazo normal reposaba por debajo de la almohada de Éire, sobresaliendo al otro extremo donde en algún punto su mano y la de él había trabado contacto durante la noche.

Le sonrió con anhelo y una enorme satisfacción para después apartar el cabello de su rostro y así poder contemplarlo mejor. Pasó los dedos por la base de sus cuernos que hasta ese momento pudo tocar, poseían una textura áspera y hacía falta lijar las orillas; unas cuantas cicatrices decoraban su rostro, recientes y del lado izquierdo. La más grande se hallaba en el ojo y unas cuantas pequeñas en ese lado de la boca; continuó explorando su piel, poseyendo una gran incógnita en su mano de piedra, cuando por fin despertó. Hellboy acercó su rostro, dándole un beso de buenos días para después acomodarse en la cama. Éire optó por recargarse sobre su pecho entrando en sincronía con su respiración durante el silencio que había dominado la habitación, uno muy agradable.

Acarició la pequeña barba que había en su mentón y después a un costado del rostro, trazando el mismo camino un par de veces.

—Por un momento pensé que no te vería al despertar —confesó con cierta vergüenza en la voz, pero sobre todo temor.

Si no hubiera escuchado a Hellboy, hubiera creído que lo ocurrido anoche había sido producto de un sueño húmedo más. Estaba agradecida y feliz al ver que se había equivocado.

—No soy una mierda, Éire —se defendió el demonio a la vez que pasó la mano por su espalda desnuda, generando en ella uno que otro escalofrío. A diferencia de otras veces, aquel gesto fue cariñoso y tierno, como si temiera hacerle daño—. No lo mereces.

Se quedó callado mientras mantenían las miradas conectadas. Parecía querer decir algo, pero algo lo frenaba. Cerró los ojos y suspiró de manera pesada.

—A decir verdad eres la única mujer que no me ha tratado como a un monstruo.

—Porque no lo eres.

Por un momento, estuvo por decirle que ella también era uno, pero entendió el contexto de sus palabras, por lo que prefirió callar esa respuesta. Ahora era él quien acarició su rostro, sonriéndole en signo de gratitud, pasando el pulgar por su mejilla cuando ella tomó su mano y depositó un cálido beso en ésta.

—Por cierto...

— ¿Sí?

—Gracias.

Se echaron a reír recordando el trato que había hecho y para cuando reaccionaron se reanudando los besos.

Ignoró el dolor que sentía al tener más fuerza que anoche y se trepó a su cuerpo sin deshacer el beso. Él optó por sentarse para tenerla a horcajadas, pero sobre todo para que pudiera sentir la erección de la mañana y como si hubieran encendido una vela, el vientre de la negariana comenzó a arder cual fuego. Ambos continuaban desnudos por lo que entró en absoluto contacto con su miembro, haciéndola gimotear con gran deleite. Por un instante se sintió impresionada, después del gran espectáculo que habían tenido la noche anterior, desconocía de dónde estaban saliendo estas fuerzas para un nuevo round. Pero no podía negarse dicho placer, quizás, irrepetible. Lo aprovecharía al máximo.

Agua & Fuego [Hellboy x Oc] [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora