III.

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Era una cicatriz.

Era una cicatriz larga y que se retorcía desde el hueso de la cadera de Louis hasta su estómago, justo debajo de su ombligo en una mancha roja y púrpura. Harry trató de mantener su rostro en blanco, pero no podía dejar de mirar la forma en que contrastaba en el suave dorado de su piel. Los músculos abdominales de Louis se estiraban mientras respiraba nervioso.

—Es horrible, lo sé,— dijo Louis, suspirando.

Harry quería preguntar por qué. Quería preguntar cómo. Quería saber si le había dolido (obviamente, idiota) si aún le dolía, pero no podía encontrar la forma correcta de expresarlo. En cambio, lo canalizó todo en sus ojos y esperaba que cuando mirara hacia arriba, su mirada pudiera transmitir sus preguntas sin que él tuviera que hacerlas.

De alguna manera, lo hizo.

—El año pasado,— dijo Louis, y su voz vaciló un poco. —Yo, um, tenía un amigo llamado Stan. Éramos unos cabrones de verdad, siendo honesto... solíamos ayudar a papá y al abuelo durante la temporada de heno, pero nos turnabamos para molestarnos el uno al otro desde el pajar y fingir que era un ataque aéreo.—

Suspiro de nuevo. La luz del atardecer se filtraba a través de la ventana, haciendo que las sombras de las ramas se balancearan sobre su rostro. —Como sea, esta noche estuvimos trabajando hasta tarde... papá estaba en el campo. El abuelo entraba y salía, esto pasó antes de que viviera con nosotros, claro, y Stan se fue y dejo su linterna encima de una de las pacas de heno, lo cual fue... estúpido. Mierda, lo fue. El abuelo me regaño por eso,— con los dedos enroscados en las palmas de las manos, Louis raspó su talón contra las tablas del suelo. —Me dijo que la pusiera en otro lugar. Y, um. Yo...— tosió,— Como idiota, no quería darle la satisfacción, así que la dejé. Me seguía regañando cada vez que entraba al granero, y yo seguía... dejándome.— Louis se tensó, el tejido cicatricial se extendía sobre los músculos flexibles de su estómago. Pasó los dedos por el borde de la piel brillante. —Hubo un ruido metálico...—

Cuando Harry miró hacia arriba y captó la mirada de Louis, había algo aterrador allí. Angustia.

—No lo vi hasta que lo sentí,— susurró Louis. —Solo... quemando. Había llamas por todas partes, y mi camisa se había prendido. Entonces, obviamente, entré en pánico. Empecé a gritar, como una niña, estaba literalmente en llamas. Y el abuelo entró y, juro, por un segundo que se quedó allí. Solo mirando, como. Fue como si...— Se interrumpió, las lágrimas brotaron de sus ojos. —...como si estuviera diciendo 'te lo dije.'— Su voz se quebró en la última palabra.

El crepúsculo pinto de azul las de la habitación, y Harry observó cómo las sombras del exterior se movían sobre todo; sobre las ásperas mantas grises amontonadas sobre la cama, a través de la tela mohosa de las cortinas. El fondo del océano, pensó salvajemente. Se aclaró la inquietud de la garganta. —Aunque... él te ayudo, seguramente.—

La risa de Louis fue tan oscura y acuosa como la atmósfera. —Al final, sí. Tiró el abrevadero del cerdo sobre mi cabeza, fue encantador... Me arranqué la camisa y me llevé la mitad de la piel con ella, me dijo que me levantara y dejara de hacer tanto alboroto.—

Harry se imaginó a un Louis más joven, conmocionado, empapado y herido, encogido ante los fríos ojos del Sr. Poulston. Era una imagen mental sorprendentemente clara. Deseó no poder verla.

—He. Um.— Louis aspiró una fuerte bocanada de aire, aparentemente incapaz de detenerse. Su voz era ronca. —Nunca se lo había dicho a nadie antes.—

Eso decía mucho. Harry frunció el ceño. —No deberías avergonzarte de ello.—Las palabras de Harry parecían avergonzarlo aún más.

—No me gusta pensar en eso, eso es todo,— murmuró. —Eso, y es horrible de ver.— Miró hacia abajo y negó con la cabeza. —Repugnante.—

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