𝟎𝟓. 𝕺𝖘𝖈𝖚𝖗𝖔𝖘

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-¿Clarissa preparando el desayuno?- Preguntó Sarah graciosa y algo sorprendida, entrando por la puerta blanca de la cocina.

Habían pasado años desde la última vez que había visto a Clary en la cocina, tan temprano y preparando algo de comida humana. Una sonrisa apareció en su rostro joven. Tal vez era lo bueno de ser hija de un padre cambiaformas y de una Bruja del Sur, su piel y su rostro siempre serían reflejo de la Juventud, los años no parecían afectarle en lo absoluto, y aunque ella no sé lo diría nunca a Charly, era probable que Clary viviera más que su hija.

-Era hora de que hiciera algo por mí hija, ¿No lo crees?-pronunció volteando levemente a verla mientras revolvía algo en una sartén.

Sarah sonrió extasiada, a veces, o mejor dicho siempre, le gustaba su compañía. Desde que la había conocido salvándola de las garras de un lobo exiliado de su manada, apenas con sus catorce años de edad, seguía a su lado. Clarissa había crecido lo suficiente como para convertirse en su madre, cuando en realidad ella era la que la había visto crecer. Había tenido una hermosa hija con un Druida idiota que se había marchado y dejado sola con su bebe. Pero Sarah nunca podría haberla dejado sola. Después de todo se tendría que decir que ella debería ser la mas madura luego de mas de doscientos años de vida, pero la realidad era que seguía teniendo dieciocho años aunque no lo sintiera así.

Cuando nació Charly le prometió a Clary que la cuidaría como si su vida dependiera de ello, lo cual por un lado era cierto o su madre la mataría. De todas formas, esa conexión tan fuerte que tenía con Charly no era solo coincidencia y aunque durante sus diecisiete años de vida nunca le había interesado averiguarlo, sabía, muy en el fondo, qué Clarissa tenía algo que ver con ello, o por lo menos sabía de qué se trataba.

-Eso es estupendo Clary, en todo caso podrías hacer algo por ella y llevarla al Instituto.

Siempre que pudiera lavarse las manos de estar allí dentro lo intentaría. Creía que su vida se había llenado de complicaciones cuando había vuelto a ser una adolescente de diecisiete años por culpa de Charly.

-Sarah sabes qué no puedo proteger a Charly dentro del Instituto y en estos momentos es donde más necesita protección.

La observó detenida, aquella última frase le hizo dudar de lo que se suponía qué Clarissa sabía. ¿A qué se refería con que ahora más que nunca necesitaría protección?

-Clarissa, si sabes algo qué yo no, necesito que me lo digas- Proclamó, acercándose a ella con un tono de voz más bajo.

La puerta de la cocina se abrió dejando ver a Charly descalza con su pijama y sus cabellos revueltos, mientras restregaba sus ojos dormidos con las palmas de las manos.

-Qué delicioso huele- Dijo cerrando los ojos y sonriendo encaminándose a la mesada y sentándose en unos de los taburetes a un lado de Sarah, esperando el delicioso desayuno.- Han pasado años desde que comí waffles por última vez.

-Será tu último desayuno cómo una niña humana, y pensé que sería lindo si te lo cocinara yo misma.- Clary le sonrió a su hija a la cual le dejó el plato con su desayuno y un vaso de jugo frente a ella. Le beso la frente y se dirigió una vez mas hacía la heladera.

-Cuidado, no te vaya a matar- le dijo Sarah al oído a Charly, lo que la hizo reír y casi escupir la comida en su boca.

-Te escuché- pronunció Clary con tono serio y amenazante. Se acercó a ambas y colocó bruscamente un refresco color morado frente a Sarah. El batido de cada día. Revoleó los ojos- Tómalo antes de que el sol te rostice.

-¿Estás segura de que durará? No me gustaría que los lobos pensaran que tienen el derecho a salvarme la vida.- contestó molesta.

Recordó la situación de hace unos días en la casa vecina y aún podía sentir la mirada de Valerik sobre ella. Era posible o tal vez indispensable alejarse de él lo más que pudiera, o podría aprovecharse del tema de que le "salvó la vida" para burlarse de ella.

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⏰ Última actualización: Oct 05, 2023 ⏰

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