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El ambiente en la sala estaba en calma mientras Jimin permanecía sentado en el sofá, observando con curiosidad cada detalle de la casa. Era pequeña en comparación con los pasillos interminables y los techos altos del palacio, pero había algo acogedor en el espacio. El comandante Min había subido al piso de arriba, dejándolo solo por unos minutos.

El tiempo transcurría lentamente cuando, de repente, la puerta principal se abrió de golpe. Jimin giró la cabeza hacia el sonido, viendo entrar a un chico de cabello negro, vestido de manera informal, con una mochila colgando de un hombro. Cerró la puerta detrás de sí con un movimiento rápido, pero parecía no haberse percatado de la presencia de Jimin.

—Hola —saludó Jimin con tono amable, esperando captar su atención.

El chico apenas levantó la mirada hacia él y siguió caminando como si nada, subiendo las escaleras con pasos despreocupados. Jimin parpadeó, algo desconcertado. Había esperado al menos un "hola" de vuelta, pero el desconocido parecía completamente desinteresado.

Unos momentos después, Jimin escuchó un fuerte ruido proveniente del piso de arriba, seguido de pasos apresurados. El chico apareció nuevamente en las escaleras, esta vez con una expresión de alarma en el rostro.

—¿Quién eres tú? —preguntó con voz elevada, señalándolo acusadoramente—. ¿Qué haces en mi casa? ¡Papá, hay un ladrón en la sala!

Jimin se puso de pie de inmediato, levantando las manos en un gesto de calma.

—No, no soy un ladrón —intentó explicarse, aunque el chico seguía mirándolo con desconfianza—. Yo… estoy aquí por una razón.

—¿Una razón? ¿Qué razón? —demandó el chico, cruzando los brazos y frunciendo el ceño—. No te conozco, así que explícate.

Antes de que Jimin pudiera decir algo más, el comandante Min apareció en la parte superior de las escaleras, mirando la escena con una mezcla de sorpresa y resignación.

—Yoongi, baja la voz —ordenó con firmeza mientras descendía los escalones—. Él es Park Jimin, nuestro invitado.

—¿Invitado? —repitió Yoongi, mirando a su padre con incredulidad antes de volver la vista hacia Jimin—. ¿Desde cuándo traemos “invitados”?

El comandante suspiró, cruzándose de brazos.

—Desde que tu casa se convirtió en un refugio. Jimin se quedará aquí por un tiempo. Te explicaré todo después, pero por ahora, compórtate.

Yoongi parecía querer discutir, pero su padre le lanzó una mirada de advertencia que lo hizo callar. Bajó los escalones restantes con una actitud algo renuente, deteniéndose frente a Jimin.

—Supongo que... bienvenido o algo así —dijo sin mucho entusiasmo, su tono frío contrastando con el calor que debería transmitir la palabra.

—Gracias… creo —respondió Jimin, incómodo con la interacción.

Yoongi lo miró una vez más, como si intentara descifrar quién era realmente este chico, antes de girarse hacia su padre.

—Espero que esto no complique las cosas —murmuró antes de dirigirse a la cocina, dejando a Jimin con un extraño sentimiento de incertidumbre.

Jimin suspiró, volviendo a sentarse en el sofá. «Definitivamente, esto será más complicado de lo que pensé», pensó mientras oía a Yoongi moverse por la casa.
—¿Que se supone que es esto?— reclamo yoongi siguiendo a su padre hasta la cocina de casa dejando a jimin del otro lado.

El comandante Min suspiró mientras abría uno de los armarios de la cocina, buscando algo. No parecía sorprendido por el tono de Yoongi, como si ya estuviera acostumbrado a ese tipo de reacción.

—Yoongi, no es tan complicado. Él estará aquí bajo nuestra protección —respondió con calma, sacando una taza y sirviéndose un poco de agua.

—¿Protección? —repitió Yoongi, cruzándose de brazos y frunciendo el ceño—. Papá, esto no es un hotel ni una base militar.

El comandante lo miró de reojo, sosteniendo la taza con ambas manos.

—Es exactamente eso ahora, al menos por un tiempo. Jimin necesita un lugar seguro, y esta casa es lo suficientemente discreta para ello.

Yoongi bufó, señalando hacia la sala donde Jimin estaba sentado, aparentemente tratando de no escuchar la conversación, aunque era evidente que podía oír cada palabra.

—¿Y quién es este chico, exactamente? Porque no parece un refugiado común.

El comandante suspiró, dejando la taza sobre la mesa. Su mirada se endureció ligeramente.

—No puedo darte muchos detalles, pero basta con que sepas que es alguien importante. Y mientras esté aquí, será tu responsabilidad también tratarlo con respeto.

—¿Mi responsabilidad? —Yoongi dio un paso hacia su padre, bajando la voz para no llamar la atención de Jimin—. Esto no estaba en el contrato de vivir contigo, papá.

El comandante arqueó una ceja, mostrando una leve sonrisa cansada.

—Yoongi, a veces en la vida hacemos cosas no porque queramos, sino porque es lo correcto. Este es uno de esos momentos.

Yoongi rodó los ojos, pero no dijo nada más. Se giró hacia el fregadero, fingiendo interés en un vaso vacío.

Mientras tanto, en la sala, Jimin miraba hacia la cocina con curiosidad, intentando descifrar la dinámica entre padre e hijo. No estaba acostumbrado a este tipo de interacción tan… franca. Había crecido rodeado de protocolos, formalidades y respeto casi obligatorio hacia la autoridad. Ver a Yoongi hablarle a su padre de esa forma era desconcertante.

El comandante Min salió de la cocina, cruzando de nuevo hacia la sala.

—Espero que te sientas cómodo aquí, Jimin —dijo con un tono más ligero, aunque todavía serio—. Puede que las cosas sean diferentes a lo que estás acostumbrado, pero prometo que estás en buenas manos.

Jimin asintió, aunque su mirada se desvió hacia Yoongi, que aún estaba en la cocina. Algo en él le resultaba desconcertante, pero también intrigante.

—Gracias, señor Min —respondió con educación, aunque su tono era algo distante.

El comandante sonrió levemente antes de dirigirse hacia la escalera, dejando a los dos chicos solos en la planta baja.

Un incómodo silencio llenó el espacio por un momento, hasta que Yoongi finalmente salió de la cocina, recostándose contra el marco de la puerta con las manos en los bolsillos.

—Bueno, parece que estás atrapado aquí conmigo —dijo Yoongi con un tono sarcástico, mirando directamente a Jimin—. Espero que no seas muy exigente, “su Alteza”.

El comentario hizo que Jimin lo mirara fijamente, apretando los labios. No sabía si Yoongi intentaba ser gracioso o simplemente grosero, pero estaba claro que la convivencia no sería fácil.

—No espero nada de ti —respondió con calma, aunque había un toque de frialdad en su voz—. Estoy aquí porque no tengo otra opción.

Yoongi alzó una ceja, como si las palabras de Jimin lo hubieran sorprendido, pero no respondió. Simplemente se encogió de hombros y volvió a la cocina, dejando a Jimin preguntándose cómo alguien podía ser tan desinteresado.

Protegiendo al Príncipe ♡ YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora