Hasta día de hoy he pensado que enamorarse de una persona es una estúpida manera de dejar en sus manos la opción de destrozarte cuando le venga en gana.
Nunca he sido de creer en los para siempre y cuando digo nunca, es nunca.
Pero hasta que no llegas a esa persona y te hace ver como son las cosas realmente, no tienes ni idea de las cosas maravillosas que te estás perdiendo.
Porque enamorarse no es tan malo como la gente dice, enamorarse es un sentimiento único, real y bonito.
Lo que no es tan bonito es el recuerdo que te queda cuando esa historia no sale como esperabas.
Y es en este momento cuando cobra sentido aquellas palabras que siempre me dijeron "Disfruta todos y cada uno de los momentos, nunca sabes cuándo puede ser el definitivo."
Y es cierto.
Nunca creí que llegaría esa persona, esa persona que hizo que perdiera el juicio.
Esa a la que le otorgué el poder de decidir si romperme en mil y un pedazos o de seguir haciéndome sentir como la persona más afortunada del mundo por tenerle en el mío.
Por eso hay que disfrutar de todo como si fuera la última vez que lo haces, porque nada es para siempre.
Y cuando digo nada, es nada; sobre todo las historias de amores.
