Capítulo 9

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Madre mía qué chica. Vale sí, era guapa, con un cuerpazo y todo lo que tú quieras, pero tenía unas pintas que no me daban muy buena espina. Pero mi padre confiaba en ella así que tendré que hacer el esfuerzo para confiar yo también. 

-Tu debes de ser Alex, ¿verdad? -dijo refiriéndose a mí.

-Sí -respondí-. Creo que tienes algo que contarme.

-Joder qué prisas... -me dijo.

-Me acabo de enterar de que mi padre no murió en un simple accidente y hay un hombre que me persigue para matarme, así que sí, tengo bastante prisa.

-Touché - me dijo mientras me guiñaba el ojo-. Todo empezó antes de que tú nacieras. Tu padre tenía que proteger unos archivos, y había gente que los buscaba. Tu padre logró mantenerlos a salvo unos cuantos años pero le encontraron, a él y a ti. 

- ¿Por qué querrían encontrarme a mí? ¿Qué he hecho para que me busquen? -dije cada vez más atónita. 

-Venganza.

-¿Venganza? -dijo Mark.

-Sí, cariño -le dijo a Mark y luego me miró a mí-. Tu padre hizo algo que no tenía que haber hecho: una noche asaltaron vuestra casa y tu padre disparó al hijo del hombre que buscaba los archivos. Después de eso te han estado persiguiendo para cumplir eso de "ojo por ojo". 

-Pero si su padre ya está muerto... ¿por qué siguen detrás de ella? -dijo Josh.

-No sé como se dice tecnicamente, yo lo llamo estar como una cabra.

Me aparté de ellos pensativa... Iba a morir... Me puse a llorar y de repente noto el contacto de una mano en mi cadera, haciendo que me gire.

-Eh, mírame -era Josh-. No te preocupes, jamás dejaré que te pase nada, preciosa -dijo mientras hacá que juntásemos nuestras frentes.

-Vamos, pero si me odias...

-¿Nunca has escuchado lo de "los que se pelean se desean"? -una sonrisa pícara iluminó su rostri.

-¿Me deseas? - por qué tuve que decir eso...

-Tanto como Christian Grey a Anastasia Steele...

-Eso es mucho y lo sabes...

-Y ahora por fin lo sabes tú.

Y en un momento me encontraba atrapada entre la pared y sus musculosos brazos, y noté el contacto de sus labios con los míos... Tenía los labios suaves y, por qué no decirlo, deliciosos. Al principio fue un beso tímido que poco a poco comenzó a cobrar intensidad y pasión. Más y más...

Pero, por dios ¿qué hacía? Tenía que parar pero no podía.

MiéntemeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora