Luz

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Ya llevaba tres meses en este cuerpo, soportando estoicamente los molestos primeros síntomas del embarazo. En mi vida anterior siempre tuve períodos bastante dolorosos, así que ya tenía algo de experiencia con el tema de soportar esas puntadas, pero al menos podía alivianarlas bebiendo una cerveza fría los días en donde me sentía más cansada. Ahora me tenía que dedicar a una vida de alimentación y hábitos más saludables para cuidar al "protagonista" de unos centímetros que estaba en mí.

-Si que tienes muchas ganas de crecer, Josuke.- Le decía en español y con cariño, cuando estábamos solos.

No me sentía sola del todo, al menos tenía a mis amigas para compartir mis días y mis dudas; era el tiempo que pasaba en casa el que más me hacía sentir estrés.

Con cada día veía el inmenso cariño de un hombre por su hija, que jamás antes pude experimentar. No quería perder ningún momento de eso por el disgusto que el señor Ryohei Higashikata pudiera llegar a sentir por una hija soltera y embarazada. Me costaba dormir en las noches pensando en el momento que tendría que decirle, qué palabras usar, por la culpa de ahora ser su hija y conocer su destino en la historia, y por las constantes ganas de orinar.

Era un fin de semana que estaba sola en casa, preparando el almuerzo y esperando a mi padre de su turno en la estación de policía local. Decidí hacer curry, ya que me había encariñado con ese plato mientras cocinaba escuchando la radio Morioh. Me sentía muy fangirl. Ya me había familiarizado con las canciones más comunes y disfrutaba tararearlas.

Mientras sacaba los ingredientes para la comida, comenzó a sonar una canción con una voz conocida a pesar de ser la primera vez que sonaba en la radio local.

Hitomi no kirei na ano ko ni

atato ki kara ikareta

yito mitsume ra rechalto

kokoro katokete kuru.

Broma. Juan Gabriel?! JUANGA! JUANGA EN ESTE MUNDO?! No sabía si llorar o reír, así que hice ambas. Cantar a todo pulmón sus canciones era una de las cosas que más disfrutaba en mi antigua vida y escucharlo ahora me traía varios recuerdos que no quería afrontar; no sabía cómo volver a mi vida y además tendría que criar a otra para hacerlo un buen Jojo, pero por sobre todo una buena persona. ¿Cómo las madres logran hacer eso? Las lágrimas corrían por mis mejillas mientras tarareaba la canción en español.

Me he quedado solo

Sin tus besos

Estoy solo triste abandonado

Vida tu eres todo lo que tengo

Me has dejado solo estoy llorando

Le he pedido al cielo que regreses

A mi

Qué estupidez. Si soy honesta con mis sentimientos, amo mi vida actual y también agradezco tener ese pedacito de mi vida pasada en este mundo, pero no podía dejar de llorar. Estúpidos cambios hormonales y sentimiento de impostora. No pude evitar ponerme a cantar usando una zanahoria como micrófono.

Ni siquiera sentí a mi padre llegar a casa, saludarme desde la entrada y caminar hacia la cocina. Sólo vi su cara de sorpresa cuando descubrió a su hija cantando, llorando y riendo con vegetal en mano.

- Tomoko-chan ¿Qué te pasa? ¿Te sientes... bien?- me preguntó mirándome extrañado.

- ¡Papá!- exclamé sorprendida, con una zanahoria en una mano y pañuelos llenos de mocos en la otra. -Bienvenido a casa. Me atrasé un poco con la comida, pero pronto la termino. ¿Tienes mucha hambre? Debes estar cansado, puedes ir a recostarte y te avisaré cuando tenga la comida.- comencé a hablar acelerada, tratando de limpiar mis lágrimas.

Me convertí en la madre de un JoJoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora