Probablemente nadie la extrañaría, había perdido todo, su familia y hogar, absolutamente todo lo que era importante para ella; su humilde hogar había sido completamente destrozado con cada integrante dentro, claro, menos ella, estaba trabajando vendiendo rosas que su familia cultivaba, dejó caer la canasta con sus hermosas rosas al piso y entro corriendo a los escombros de su hogar, desesperaba y en medio del llanto gritaba el nombre de sus familiares, sin recibir respuesta alguna.
Encontró el cuerpo de sus hermanos pequeños, habían sido asesinados ¿porqué matarían a niños de 5 años? ¿Qué daños le podrían causar a alguien? Volvió a romper en llanto y abrazó los cadáveres de ambos, sentía que se iba a ahogar por todo el aire que perdía al gritar.
Logró calmarse tan solo un poco, tapó los cuerpos inertes de sus hermanos con una sábana y buscó a su madre, no encontró rastro alguno de aquella mujer ¿qué sucedió cuando se fue? ¿Porqué le debía suceder eso a ella?No tenía a nadie más, se había quedado sola en el mundo de la forma mas cruel posible, agarró las rosas que ese día no pudo vender, preparo un enorme ramo con ellas, el rojo de aquella rosas era preciosos, olían bien, con la cabeza baja se dirigió hacia el techo de lo que quedaba de su casa, era bastante alto y abajo aún habían rosales creciendo, las espinas eran grandes, con tan solo rozarlas se podrían cortar, caer sobre ellas sería muchísimo peor, no lo pensó dos veces y saltó del techo, abrazando aquel ramo de rosas que le recordaba a su amada familia.
— ¿¡Eh?! ¡Maldita sea! ¡No se suponía que eso debía pasar! ¡A ella también la debían asesinar! — Cierto pelirrojo veía el suicidio de aquella chica en compañía de otro.
— Sutcliff-senpai esas cosas pasan casi todo el tiempo.. además ella ganará su castigo apenas recupere la conciencia — Se levantó de su escondite y se acercó a aquella casa.
— ¡Mocoso! — Corrió hacía su pupilo con el seño fruncido — ¡Por culpa de esta niña nos darán más trabajo! —
— Nos pasó lo mismo hace tres meses y no tuvimos consecuencias, después de todo nosotros no tuvimos nada que ver con su suicidio — suspiró y comenzó a recolectar el alma de ambos niños.
— ¡¿No recuerdas que tu hiciste lo mismo?! — le gritó — ¡Ronald tu también interrumpiste tu muerte! —
— No me hagas recordar eso — Lo miró algo serio — Recuerdo perfectamente que debía pagar doble, quien debía recolectar mi alma no tuvo problemas, solo yo —
— Detesto que seas tan inteligente — suspiró y amarró su cabello en una coleta — Tenemos que llevarnos su cuerpo — saco el cuerpo de la chica de los rosales, su piel estaba rasgada, además se había abierto la cabeza al caer contra una piedra — Es una pena, tenía un cuerpo lindo, esas heridas se quedaran grabadas en su cuerpo por el resto de la eternidad — suspiró con tristeza.
— El ramo de rosas que trae se ve lindo, se lo daré a una de las secretarias de asuntos generales — sonrió picaradamente le menor.
— No lo harás Ronny, seria una falta de respeto, ella murió — hizo comillas con una de sus manos — Con algo precioso a su lado, estas rosas son las más lindas que jamás haya visto — sonrió — Se las quedará ella, no seas un atrevido — cargó a la chica entre sus brazos.
— Sutcliff-senpai tiene una fuerza increíble — Dijo casi en voz alta, Grell le guiño un ojo.
— Soy una mujer fuerte después de todo querido — sonrío mostrando sus famosos dientes de tiburón.
— Si.. claro — Rodo sus ojos y se limitó a seguir a su superior de vuelta al mundo de los dioses de la muerte.
Oh el hermoso y triste mundo de aquellos que cometieron un suicidio, debían pagar por aquel pecado hasta que algo los matara o que ellos mismos lograran conseguir aquel ascenso al cielo, era deseado por muchos, después de todo, ser un shinigami era lo equivalente a ser un humano, pero inmortal, era tonto pensar así.
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RED -Grell Sutcliff x Tu -
Fanfiction- Tu piel estaba blanca, sin vida, tus labios y los nudillos de tus manos tomaban un color púrpura, tu cuerpo "moría" mientras que yo te llevaba hacia tu nueva vida, aquello que te hacía resaltar, era ese ramo de rosas tan rojas como la sangre que a...