uno

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El muchacho de hebras rubias, caminaba apresurado en ir a su destino. Estaba agotado, entonces se detuvo un momento para tomar aire, recargándose de sus rodillas. Miró su reloj, preocupado por no llegar a tiempo.

Volvió a empezar a correr, llegando unos minutos después, al pequeño edificio. La puerta fue abierta, dejándolo entrar. Los empleados y el botones de la entrada lo miraron, haciendo una pequeña reverencia, que fue devuelta con una sonrisita del omega.

Miró a ambos lados, deseando no haber llegado demasiado tarde. En los sillones de unos metros más lejos, pudo ver la silueta de su amigo, junto a otros hombres que estaban ahí. Intentó calmar su respirar, y comenzó a caminar en donde estaban el grupo de alfas y un beta.

— Buenos días, disculpen la tardanza. — sonrió apenado, llamando la atención de los hombres. JiMin lo miró, suspirando.

Taehyung supo que estaba molesto, pues quién no, lo había hecho esperar casi una hora y media. Pero no era su culpa que hubiera un accidente en plena carretera, y su autobús no pudiera pasar, o que el taxi en el que iba se descompusiera y tuviera que correr durante 40 minutos al edificio. Ni siquiera se había molestado en cambiar su uniforme.

— Dios, Taehyung...¿sabes qué hora es? — frunció su ceño, acariciando sus sienes con la yema de sus dedos. Tae asintió, avergonzado.

— Discúlpame, todo se complicó y no pude venir más rápido, lo siento, de verdad...— negó con su cabeza, bajándola con pena cuando los alfas lo voltearon a ver.

—Solo- olvídalo. Ven conmigo...— volvieron al lugar original, virando a los hombres de ahí. — Disculpen los atrasos. El es Kim Taehyung, el vendedor de la propiedad.

— Mucho gusto. — sonrió, tomando la mano del hombre que se veía de unos cuarenta, aproximadamente.

— El gusto es mío. Mi nombre es Kang Minho. — devolvió el gesto. Taehyung después pasó su mirada a la persona pelinegra que estaba parada en el ventanal, luciendo un suéter blanco de cuello alto, y una gabardina larga color beige, podía oler hasta donde estada su aroma a champagne y madera fresca, hasta eso era elegante.

El pelinegro lo volteó a ver, intimidándole con su mirada. Puso una bonita sonrisa, con sus manos aún mentidas en los bolsillos de su pantalón.

— Mi nombre es Jeon Jungkook. Es un gusto, joven Kim. — le sonrió, juntando sus manos para saludarse. Ambos compartieron miradas, alejándose un poquito, al sentirse agobiados por la tensión. — Es un muy bonito lugar, de verdad, me encantaría tenerlo.

— ¿entonces, podemos pasar? — preguntó un irritado JiMin, por seguir retrasándose, tenía una junta importante más tarde y no podía retrasarla más.

— pasemos entonces...— dijo el señor Kang, extendiendo su mano para que pasaran todos.

Había logrado vender su pequeño departamento, pues realmente necesitaba el dinero, y la oferta de Jeon no se podía rechazar. Actualmente había comprado otro más modesto, no tan caro, y así ahorrar un poco más de dinero. El dinero se iba muy rápido, entre pagos que hacer, el colegio de YeonJun, comidas, etc.

Trabajaba como enfermero en el hospital, especialmente, cuidando de bebés recién nacidos. Estaba bien con eso, su pequeño ya tenía 10 años, cada vez más grande. El ser un omega soltero, con un hijo, no le hacía las cosas más fáciles...

— El departamento es sencillo, modesto, pero igualmente es elegante. — explicó JiMin, abriendo la puerta. — Cuenta con dos recamaras, la principal consta con un baño completo, y un amplio vestidor. — dejó que vieran la gran habitación, Jungkook la observó por unos segundos, convenciéndose más de querer comprarlo.

Un papá para YeonJun [kooktae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora