𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈𝐕

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❛ 𝖣𝗎𝗅𝖼𝖾 𝗌𝗎𝖾𝗇̃𝗈 ❜˚₊‧ ꒰ა ☆ ໒꒱ ‧₊˚

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❛ 𝖣𝗎𝗅𝖼𝖾 𝗌𝗎𝖾𝗇̃𝗈 ❜
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Luffy se paseaba tranquilamente por la cubierta del Moby Dick, emocionándose por cada mínima cosa que veía, según él, eran cosas de piratas geniales, los piratas le miraban curiosos, más de alguno le restó importancia a la presencia del niño revoltoso, no era importante, el mocoso parecía inofensivo y sinceramente un poco chiflado ¿quién en su sano juicio se subiría al barco más temido de todos los mares? Por más que sea un niño, había que poner un orden y mandarlo a casa de una vez.

—Oye niño —espetó un hombre grande, tenía un sombrero pirata en su cabeza, en él tenía impreso el Jolly Roger de los piratas de Barbablanca. Le apuntaba con un gran martillo que saco de sí mismo, tratando de verse intimidante ante los grandes ojos inocentes del niño, pero este miraba atentamente hacía el martillo, parecía maravillado, ni siquiera escuchando sus palabras.

—¡¿Qué haces aquí mocoso?!—le gritó al verse ignorado.

—¡WOAH! ¿CÓMO SACASTE ESE GRAN MARTILLO DE TU ESTÓMAGO?—fue la pregunta eufórica del niño y sus saltitos exagerados, lo que hizo al adulto irritarse un poquito, luego suspiró, no podía matar a un enano.

—Deberías irte a casa —le gruñó apuntando hacia el pueblo, suavizando su tono de voz para no asustarlo, aunque no parecía estar asustado antes—. Este no es un lugar para un niño como tú —lo regañó amistosamente, ya guardando el martillo dentro de él, pero nada.

Decir que Luffy estaba extasiado, era poco. Sus ojos reflejaban estrellas al ver la habilidad del tipo. Blamenco observó atentamente las acciones del infante, el mocoso del overol le prestaba toda la atención del mundo, como si fuese alguien relativamente genial a sus ojos. El comandante no pudo evitar sentirse apenado, nunca había recibido ese tipo de miradas, siempre eran Ace o Marco los que recibían aquello.

—¿Qué te hace pensar que puedes verme de esa forma, enano?—se rio el adulto, agitando sus manos, nervioso, sonrojándose en el proceso.

—¡Eres increíble!—exclamó entusiasmado el pequeño niño con una camiseta de un monito—. ¡Hazlo de nuevo! ¡Otra vez, otra vez! —exigió con estrellas en los ojos, el comandante no tenía ni idea de como podía hacer eso, pero le concedió su pedido, jactándose de sí mismo.

—¿Qué? —preguntó sonriendo orgulloso, incluso parecía igual de emocionado que Luffy—. ¿Esto?

El hombre sacó un martillo que le doblaba el tamaño. Luffy abrió la boca sin pronunciar palabras, completamente maravillado ante todo el espectáculo.

—¡¿Puedes comer cosas y sacarlas de tu estómago?!—preguntó en un susurro—. ¡ESO ES TAN INCREÍBLE! ¡¿CÓMO LO HACES?!—chilló el niño corriendo alrededor del hombre de tez grisácea.

MAMÁ GALLINA⭒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora