Estábamos viendo Transcendence pero para ser sinceros no me estaba enterando de nada.
Así que cogí el mando de mi tele y la puse en pausa.
- Luke - este me miraba extrañado, ya que al contrario que yo, si que entendía la película y la seguía intrigado - ¿Qué haces aquí conmigo y no estás con tus amigos?
- Siento que tu necesitas a alguien, y pues, quería creer que ese alguien era yo - contestó.
- Gracias - dejé de mirar como mis dedos jugaban para mirarlo a él -. A pesar de como te he hablado y tratado, a pesar del tiempo que ha pasado, has venido aquí a recordar los viejos tiempos, cuando solíamos ser mejores amigos.
- ¿Quién ha dicho que no podamos volver a serlo?
- Pues porque yo he cambiado Luke, mis gustos no son los mismos de hace un año, mi personalidad tampoco, mis hábitos e incluso mis vicios, como puede ser el tabaco, he cambiado Luke - le contesté yo -. Ahora somos mucho más diferentes de lo que ya lo éramos. Creo que no podremos volver a estar como estábamos antes.
- Podemos intentarlo - afirmó Luke.
Iba a decir algo, pero bostecé.
- Ya es tarde, será hora de que me vaya llendo - hace el ademán de levantarse pero lo detení cogiéndolo de la muñeca.
- Quédate a dormir - le pedí.
Luke sonrió de lado, dejando ver uno de sus hoyuelos.
Su sonrisa provocó la mía, y no quería que la viera así que miré hacia otra parte.
Sentí como Luke se acostaba a mi lado.
Tras recoger las cosas, me acosté en la cama, quedando cara a cara con Luke.
- Te echado de menos Luke - confesé sintiendo como mis párpados empezaban a cerrarse del cansancio.
- Y yo a ti Bella. Duerme ya - depositó un beso en mi frente -. Buenas noches.
Dijo alguna cosa, pero no pude oírlo bien, ya que me quedé dormida.
✖️✖️✖️
Desperté sola, me levanté y mientras me desperezaba salí de mi habitación buscando a Luke.
Lo encontré hablando en el salón, pero nada más oírme colgó.
- ¿Con quién hablabas? - pregunté mientras entraba a la cocina con Luke detrás.
- Con nadie - sacó su móvil y empezó a teclear algo.
Me asombré por lo callado y distante que estaba esta mañana.
Cogí la caja de cereales y la botella de leche.
Saqué un bol y una cuchara.
Me preparé los cereales.
- ¿Qué quieres para desayunar? - le pregunté mientras dejaba el bol en la encimera y me sentaba en el taburete de al lado.
- Nada - se levantó nada más sentarme yo mientras guardaba su móvil -. Me voy.
Este hoy estaba imbécil.
- Adiós - respondí borde mientras removía los cereales.
Intentó plantar un beso en mi mejilla pero me aparté.
Así que cogió y se fue rápidamente dejándome sola.
- Pedazo de imbécil de mierda - solté entre dientes enfadada.
Ya me había puesto de mal humor el chaval.
Dejé el tazón intacto en el fregadero y fui a mi habitación.
Saqué un cigarro de un paquete que guardaba en mi mesita de noche, junto un mechero y lo encendí.
Abrí la ventana y me senté en el alféizar.
Sentí como alguien se sentaba a mi lado.
Me sorprendí al encontrarme a mi madre, fumando un cigarro conmigo.
- ¿Qué tal la fiesta? - pregunté rompiendo el silencio.
- Mal - contestó después de dar una calada -. Todos los hombres me recordaban a tu padre.
- Se acerca el tercer aniversario de su muerte - pensé en voz alta.
Mi madre asintió.
- Y tu decimoséptimo cumpleaños - contestó mi madre.
- No creo que lo celebre - confesé.
- ¿Porqué? - mi madre se giró para mirarme.
- Siento que debería celebrarlo con papá - contesté yo mientras me encogía de hombros -. Lo extraño muchísimo mamá.
- Y yo Bella y yo - mi madre pasó uno de sus brazos sobre mis hombros y me acercó más a ella, haciendo que apoyara mi cabeza en su hombro.
Depositó un beso en mi cabeza mientras la acariciaba.
Y ahí nos quedamos, sentadas, calladas, dejando el tiempo pasar, el cigarro consumirse, y el día del tercer aniversario de la muerte de mi padre acercándose.