Capítulo 10: Dirigir Y Vencer

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Abrió los ojos lentamente, el dolor aún gobernaba sobre su cuerpo.
Pero no dolía en realidad, era como una ilusión, un espectro, un recuerdo del dolor que llegó a sentir.

Respiraba pesadamente, mientras trataba de recordar lo que había pasado.

Se sentó derecha en la cama, lentamente y con cuidado, se recargó en el respaldo de esta.

-Peggy.- exclamó Lilith, levantándose sobre la cama y acercándose a ella.-Despertaste.-

Lilith se restregaba contra su rostro, aliviada de que su querida niña estuviera a salvo.

Peggy acarició la cabeza de la felina y pronto sinfio un poco de molestia en su mano izquierda.

Se percató del vendaje que la cubría y, lentamente, lo retiró.
La gran cicatriz de una quemadura cubría su mano entera y escalaba por su antebrazo hasta llegar un poco más arriba de su codo.

Lilith se percató del estado de la chica, lentamente acercó su cabeza a la mano que Peggy observaba con detenimiento y restregó su rostro contra la mano de Peggy.

Ella sonrió ante su tacto, pero su sonrisa se desvaneció al observar la habitación en donde se encontraba.

-¿Donde estamos?- preguntó Peggy.

La habitación era pequeña, había una ventana rectangular frente a la cama, por donde la luz se filtraba intensamente y el viento corría detrás.

-Jamás creerás con quien me encontré.- dijo Lilith bajando de la cama y saliendo de la habitación.

Solamente pasaron unos segundos para cuando se escucharon fuertes pasos acercarse rápidamente.

Peggy se asustó al principio, pero cuando aquella chica de cabello rosado apareció por la puerta, todo su miedo desapareció.

Al principio no la reconoció, principalmente por su cabello, su vestuario no tanto. Llevaba una falda de cuero negra, con mallas de rejilla por debajo; usaba un top gris con una calavera dibujada en el centro. También llevaba mucha joyería: varias cadenas, collares, anillos y pendientes de plata y usaba unas pesadas botas negras, que la hacían más lenta, pero no perdían su estilo.

-¡Peggy!- exclamó la chica.

Se acercó rápidamente y sentó junto a ella en la cama, mientras sostenía su rostro entre sus manos, examinandola.

Peggy observó los ojos de la chica. Los reconocería donde fuera.

Esos ojos, tan brillantes como el cielo, tan profundos como el mar y tan grandes como el universo.

-Zoe...- susurró Peggy, más para ella que para su acompañante.

Zoe sonrió de oreja a oreja, y la envolvió en un cálido abrazo. Unas pequeñas lágrimas escaparon de sus ojos.

-Han pasado muchos años, Peg.- dijo Zoe, con su rostro aún oculto en el cabello de Peggy.

-Solo sesenta.- bromeó Peggy, mientras apretaba a la pelirosa con fuerza.

Las chicas se separaron del abrazo, sin decir ni una palabra.
Lilith se acercó a ellas y se acomodó a su lado.

-Resulta que el mundo es un pañuelo.- citó la felina.

Ambas rieron ante los comentarios de Lilith.
-¿Que sucedió?- preguntó Peggy.

-La Orden tomó control de tu cuerpo, Peggy.- respondió Lilith.

-Parece que aún te sigues metiendo en problemas.- bromeó Zoe.- ¿No es cierto, Peg?-

Peggy trataba de recordar lo que había sucedido. Todo en su mente era borroso, a excepción de algunos destellos ocasionales.

La Aprendiz de Morgana [Tales of Arcadia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora