Prólogo

2.6K 188 25
                                    

Caminaba en silencio, a paso lento, dejando tras ella un camino de lágrimas y dolor.

Entró a los aposentos de quien alguna vez fue su maestra. La habitación estaba tal y como ella la había dejado antes de ir a aquella excursión, de la cual jamás volvería.

La joven admiró la habitación, sabiendo que era la última vez que la vería. No tenía las agallas para permanecer sabiendo que su maestra ya no lo haría tampoco.

Observó con cuidado la pintura que colgaba encima de la chimenea, aquella donde los hermanos reales permanecían inmóviles, en toda su gloria.

Observó a Morgana. Su cuerpo ya no pudo más y se desplomó en el suelo con un quejido infernal.

Las calientes y saladas lágrimas caían por sus mejillas, mientras ella sollozaba y se lamentaba.

Morgana había muerto.

Aquella mujer que luchaba por la libertad y la justicia hacia los seres de magia, había muerto a manos de su propio hermano.

Ella era lo único que le quedaba, la única persona a la que podía llamar "familia". Y ahora estaba muerta.

De pronto frente a ella se abrió un portal, del cual salió una figura. Portaba una armadura dorada y brillante, con un casco que cubría casi todo su rostro, y por sus hombros caía una capa de color verde que arrastraba hasta sus pies.

La joven bruja se levantó de inmediato e intentó huir, pero la hechicera le detuvo, inmovilizandola con una especia de cuerda hecha de magia y atrallendola a ella con cuidado.

-¿Que sucede, mi niña?- preguntó la hechicera.-¿Sera que me temes también?-

Margaret reconoció su voz enseguida.

-¿Morgana?- preguntó

Morgana simplemente rio y liberó a la que alguna vez llamase su Aprendiz.

-P-pero tu... Estas muerta.- balbuceo Margaret.

-He vuelto de la muerte, mi niña.- dijo Morgana.- Pronto el Rey ha de morir y nunca más deberás esconderte otra vez. No habrá criatura en la tierra que deba esconderse de Arturo. -

Margaret la veía, pero no podía comprender lo que Morgana decía. Era como si otra persona hablara por ella.

-La Noche Eterna traerá la paz que mi hermano busca. Es una pena que él morirá antes de presenciarla.- continuó Morgana.

-¿Vienes a matarlo?- pregunto Margaret.

Morgana sonrió ante el comentario de su aprendiz.

-Guardare ese placer para Muerteenfrente.- dijo Morgana.-Vine aquí porque... Prometí que no te dejaría sola jamás.-

Margaret quería huir de ahí, pues se dio cuenta que ya no hablaba con su maestra, sino que hablaba con una bruja oscura.

Ella no era su maestra, su amiga. Ya no la reconocía.

-Ven conmigo, hija mía.- exclamó Morgana.-Dejame hacerte mi Campeona.- Morgana le extendió la mano, esperando que se uniera a su oscura legión.

Margaret dudaba en tomarla. Si lo hacía, jamás tendría que ocultarse de nuevo, ya no la verían como una abominación nunca más.

Estiró su mano para tomar la de Morgana, pero antes de poder tocarla, la retiró.

-No puedo ir contigo, maestra.- dijo Margaret.-Me temo que es un camino que no puedo seguir.-

Morgana la veía de forma triste, pues en el fondo le dolía dejar a la niña atrás. Pero ella debía cumplir su destino, incluso cuando eso significará no verla nunca más.

-Entiendo...- dijo Morgana. La hechicera se acercó a la joven y puso su mano en su hombro.- una última lección, mi niña: Siempre has lo que creas correcto, así lastimes a quien debas lastimar.- Morgana depositó un beso en la frente de la castaña y desapareció de nuevo por el portal.

Margaret se quedó sola nuevamente con sus pensamientos y su roto corazón.

Para la mañana siguiente, Margaret abandonaría Camelot para nunca más ser vista.

La Aprendiz de Morgana [Tales of Arcadia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora