Capítulo VI (Sexto encuentro)

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La pequeña Marina no le dirigía ni una mirada, y la vez que lo hacía, se veía en sus pequeños ojos el temor que sentía.

Un día, al hombre, se le ocurrió acercarse. Se levantó del banco y se dirigió hacia la tienda. Cuando entró y la niña le divisó, comenzó a tirar fuertemente de la manga de la camisa de su madre.

—¿Qué pasa?—preguntó impaciente.

—Está ahí otra vez—la madre fingió no hacerla caso.

—¿Que le pasa a la pequeña Marina?—le preguntó el tendero con un tono de voz amable.

El anciano del banco le sonrió. Ella se calmó levemente. Marina miró al hombre que le acababa de hablar y contestó con el mismo tono de voz.

—Cosas mías

El tendero rió.

—¿Qué cosas pasarán por tu pequeña cabeza?—volvió a reír.

El padre le hizo una pregunta sin importancia y pronto se entabló una conversación entre ellos en la que la niña no tenía nada que ver.

Marina salió de la tienda y el hombre la siguió. Ella se sentó en el banco y el anciano también, a su lado

—¿Tú sabes que la gente no te ve?—inquirió curiosa, aunque todavía sentía escalofríos.

—Sí, lo sé y no me molesta, porque hay gente como tú, jóvenes y mayores que por alguna razón desconocida puede verme y hablarme. ¿No es raro?

—Sí, es muy raro, ¿pero la gente no se asusta cuando se dan cuenta de que tú...?—no acabó la pregunta sin saber que decir a continuación.

—Y tanto que se asustan—rió—. Luego no vuelven a pasar por aquí, como podría haber sido tu caso; por eso intento no llamar su atención.

—¿Y por eso te sientas aquí siempre? ¿No te mueves de aquí?—le interrogó la pequeña.

—Exacto.

De pronto la madre salió de la tienda e hizo un gesto para que su hija fuese hacia ahí.

—Pero una pregunta más—el hombre asintió—¿De dónde vienes? No, no—se autocorrigió y volvió a probar de otra forma—Exactamente...¿qué eres?

La niña esperaba la respuesta, pero esas palabras dejaron paralizado al hombre. Ni él mismo lo sabía.

El hombre del banco ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora