Capítulo IX (Sin encuentro)

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Como siempre, sus padres fueron a comprar la merienda.

Marina se quedó fuera de la tienda.
Todo se volvió silencio para ella.

La pequeña solo oía su respiración y el motor de algún que otro coche.

Miró hacia el banco con nostalgia.
Le sobresaltó ver el libro "Leonardo Da Vinci" sobre este. El libro del anciano. Su libro.

Se acercó y lo cogió como si de una joya se tratara.

—¿De quién es?—preguntó su madre sorprendida al verla abrazada al libro.

—Ya te lo he dicho mil veces—explicó cansada Marina—. Me lo dio él, Ilusión.

—Siempre hablas de él pero no sé quién es. ¿Es una amiga o amigo tuyo? ¿Cuándo me lo presentarás?—preguntó la madre.

—Nunca

—¿Y eso?

—Ya se ha ido.

—¿A dónde?—frunció el ceño.

—A donde van los ángeles—contestó la niña firme.

La madre no la entendió, pero tampoco hizo un esfuerzo por saber lo que quería decir.

En cuanto Marina llegó a su cuarto, abrió apresuradamente el libro y de pronto voló una pequeña hoja. La pequeña lo cogió y con lo poco que sabía leer,comenzó a pronunciar sílaba por sílaba. Tardó más de una hora en descifrarlo, pero mereció la pena:

El hombre del banco ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora