Parte 6

240 14 16
                                    


Gaara 6

Mi mente se queda totalmente en blanco cuando, sin poder contenerme otro segundo, soy yo mismo quien decide romper la distancia que nos separa y unir nuestros labios en un beso. Sé que estábamos siendo atacados hasta hace sólo unos segundos, pero sólo Dios sabe cuánto necesitaba sentir a Matsuri de esta manera.

Siento cuando ella me rodea el cuello con sus brazos y yo la sostengo con fuerza, con el deseo latente de no querer dejarla ir jamás de mi lado y todo parece perfecto, hasta que ella se separa de mí, murmurando un nombre que me desalienta.

—Shinki... —dice Matsuri, casi contra mis labios.

—¿Shinki? —repito, ligeramente molesto y frunciendo el ceño, ¿quién demonios es Shinki? ¿Es acaso su ex novio? Pero dejo ese pensamiento de lado cuando la veo derramar lágrimas—. ¿Por qué lloras? —pregunto confundido.

Ella se toca las mejillas, notando sus lágrimas, parece que ni siquiera se había dado cuenta.

—¿Matsuri? —la nombro, intentando llamar su atención, pero ella sigue como ida—. ¿Matsuri, que pasa? —cuestiono, un poco más preocupado.

—Los vi —finalmente me responde, aunque no entiendo a qué se refiere—. Bueno... los recordé.

—¿A quiénes? —vuelvo a preguntar, todavía sin tener la más pálida idea de qué sucede ahora.

Matsuri me mira como si estuviera viendo a un fantasma, sólo entonces me responde, aturdida.

—A... a... nuestros hijos...

Siento una extraña punzada en el pecho cuando dice eso, pero la ignoro sólo para parpadear, confuso, ¿qué acaba de insinuar?

—¿Nuestros... qué?

¿Nosotros tuvimos hijos? ¿Ella los recuerda? Toda esta situación me deja perplejo.

—¡Hey! —grita una mujer saliendo de su casa—. ¿Qué pasó aquí? —pregunta señalando la calle, que está hecha un desastre de arena desparramada por todos lados.

Me encojo de hombros, no podría explicarle lo que realmente sucedió a esa señora.

—No lo sé, veníamos caminando —digo para salir del paso.

—Que extraño —dice ella, dirigiéndose a la casa de su vecina para preguntarle a ella. Matsuri y yo aprovechamos y nos alejamos de ahí caminando, seguramente Sasori ya no nos buscará por un rato, ahora que piensa que tengo control de mi arena, debe estar asustado.

Acompaño a Matsuri a su casa, ya que no tenemos nada más que hacer y ella no luce en buena condición. Subimos al autobús, ella no dice nada en todo el camino, pero recarga su cabeza en mi hombro y yo no puedo evitar recordar el beso de hace un rato.

Al llegar a su casa, nos detenemos junto a la entrada, no puedo dejar de mirarla, de notar sus ojos tristes, me pregunto qué es lo que recordó, pero dudo que sea buena idea preguntarle ahora.

—Prométeme que me llamarás cuando te sientas mejor —le digo, tomando una de sus manos de forma suave, sin intenciones de lastimarla o de llevármela a ningún lado.

Ella asiente, todavía desganada.

—Lo prometo —responde, viendo al suelo.

Me le acerco y dejo un pequeño beso sobre su frente, aunque me muero por hacerlo sobre sus labios, creo que, por ahora, está bien así.

Me despido de ella y me sonríe ligeramente, luego, me voy a casa, Temari debe estar loca por saber los pormenores de mi "cita", pues ella es una entrometida de primera.

Relojes de Arena (Gaara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora