Parte 3

224 19 18
                                    


Gaara 3

En el momento en que ella dice mi nombre me siento tan feliz, a pesar de que sé que no me recuerda, el solo hecho de oírla llamarme me pone la piel de gallina, tal y como sucedía en el pasado, sólo que aquí la sensación es mayor, aquí, donde he vivido como una persona normal, sin los complejos y traumas de Sabaku No Gaara.

Asiento con la cabeza cuando ella finalmente dice quién soy, mirándola tomar asiento sobre uno de los columpios, yo me quedo de pie.

—Te lo puedo explicar —le digo entusiasmado, aunque intento que no se me note tanto—. ¿Sí? —ella asiente con la cabeza, la noto un poco insegura, pero no tengo tiempo de detenerme en esos detalles—. Bien, veamos, ¿cómo lo resumo?

—Sólo dilo —me responde un poco urgida. Me hace sentir como cuando estoy con Temari y ésta me regaña por todo.

—Bien, bien —me apresuro a contestar—. ¿Conoces los mitos de la época feudal japonesa? ¿Los ninjas y las aldeas escondidas?

—Por supuesto que los conozco —contesta irritada, se nota que quiere que vaya al grano—. Los he estudiado a fondo —aquello me sorprende un poco, no pensé que Matsuri también fuera una alumna aplicada en esta época, lo admito.

—Bien. ¿Recuerdas la Aldea de la Arena, también llamada Suna? Estaba ubicada en... —antes de terminar de hablar, ella me interrumpe, pero qué insolente es.

—Sí, sí lo sé ¿Qué tiene que ver con tu explicación? —su expresión luce cada vez más llena de impaciencia y molestia, seguro piensa que la estoy vacilando o que me estoy yendo por las ramas, no puedo evitar soltar un suspiro.

—Bien, disculpa —contesto con calma, pensando cómo proceder—. ¡Ah!—me paso las manos por el cabello, echándolo un poco hacia atrás, intento buscar las palabras adecuadas para no sonar como un loco, realmente no me gusta que ella me vea como uno, me hace sentir avergonzado— Bien, bien —carraspeo—. Bueno, ¿me creerías si te dijera que esas leyendas no son leyendas?

Ella arquea una ceja, mientras me mira escéptica, pero yo continúo mi charla, ahora que he empezado, no me puedo detener.

—Nosotros vivimos en esa época —le digo con toda la seriedad que puedo, con convicción, porque es la más absoluta verdad, ella y yo estamos aquí y es la mayor prueba de que todo es real—. Fuimos parte de esa época... aunque ahora todos crean que no existió. Estuvimos ahí, yo era... —nuevamente me interrumpe.

—¿Eras Gaara Sabaku No? —pregunta, dejando salir una sonrisa burlona—. ¿El legendario Kazekage que defendió a la aldea de Suna? ¿El Kazekage que lideró a todos los ninjas en la Cuarta Guerra ninja?

Sí, exacto, ese era yo. ¡Ese soy yo! Pero es como si ella pensara que estoy inventándolo, no me agrada el modo en que me está viendo. Intento decir algo, pero ella toma la palabra una vez más, impidiéndome hablar. ¡De verdad es indisciplinada!

—No, no, no, déjame adivinar —dice en tono jocoso, casi como si estuviera viendo una novela de ficción muy graciosa—. Reencarnaste en una época distinta para pelear y salvar al mundo y estás seguro de que yo soy Matsuri, la novia del Kazekage que es mencionada en algunos libros de mi-to-lo-gí-a —recalca aquella palabra, yo sólo puedo fruncir el ceño.

Se levanta del columpio y se acerca un paso hacia mí, mirándome con atención, lo cual me hace sentir un poco nervioso, aunque no lo demuestro para nada.

—Basta —dice Matsuri—. Quizá estés loco o no, pero no tengo tiempo para tus juegos tontos. No sé de dónde sacaste mi nombre, pero no soy quien crees que soy... y tú, tú tampoco eres quien crees que eres.

Relojes de Arena (Gaara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora