Extra •ૣ Flor de Loto

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Wanyin había sido arrastrado y encerrado en su habitación. Su padre no le dio la oportunidad de pronunciar palabra. Se sentía cansado, completamente agotado y su mente no le ayudaba en lo más mínimo temía por la vida de Xichen lo cual lo llenaba de una gran impotencia. De que servía amarlo tanto si no podía protegerlo. Sabía desde un principio que este amor estaba condenado al fracaso, pero no quería que fuera así. Quería pensar que podrían estar juntos y amarse. Porque la vida era tan cruel con el cuando por fin sentía felicidad y su vida tomaba sentido.


Toda su vida vivió sabiendo para que nació y siguiendo órdenes de su familia. Todo lo que hacía era en torno a su deber como heredero y futuro líder de su clan. Nunca se negó a nada, vivía día a día para complacer a su padre y hacia todo lo que estaba en el para mantenerlo contento. ¿Pero a cambio que recibía? Solo malos tratos y faltas de respeto.


Ahora todo era peor. Jamás había sido tratado de esta manera por su padre quien en estos momentos se encontraba azotándolo en el pecho con un látigo. En su mente solo recorría la imagen de su amado mientras lo recordaba y se daba el gusto de pensar en lo feliz que fue durante los días que se vieron. Una sonrisa se plasmó en su rostro lo que hizo que la furia de su padre se desatara de la peor manera golpeando fuertemente lleno de furia por última vez su pecho.


'Si esto no te hace reflexionar entonces lo hare de una manera que si lo hará. - Tirando el látigo al suelo tomo a Wanyin por el cabello mientras le decía al oído. - Me asegurare de que nunca más en tu vida veas a ese maldito Lan. ¿Recuerdas que una vez te platique de tu compromiso? Bueno ya es hora de que eso suceda.' - Lo tiro al suelo y ordeno a sus discípulos a encerarlo en su habitación y mantenerlo vigilado.


Fue llevado hasta su habitación donde fue tirado al suelo mientras le preparaban un baño y la servidumbre limpiaba sus heridas. Sin percatarse se encontraba riendo fuertemente lo que hizo que la servidumbre dejase de hacer lo que estaban haciendo para poder contemplar la escena que tenían en frente. El joven heredero del clan se encontraba sentado en el suelo mirándose al espejo. Contemplando como su pecho fue destrozado por los fuertes latigazos que recibió de su padre.


Los siguientes días fueron para él un suplicio sentía que los días eran muy lentos mientras en su mente ideaba miles de ideas de como poder escapar y salir de donde estaba. Pero todos los intentos fueron fallidos su padre se aseguró de que no pudiera salir de ninguna forma. Rodeando su habitación de vigilancia todo el día con más de seis discípulos sirviendo de guardia fuera de su habitación.


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En silencio contemplaba la luna todas las noches mientras platicaba con ella. Si lo escucharan dirían que el próximo líder del clan se había vuelto loco o estaba perdieron la cordura pero que más daba. A estas alturas de su vida ya nada le importaba. Todos los días mientas platicaba con la luna les pedía a los dioses que si existían se apiadaran de él. Solo quería ser libre para encontrarse son su amado. Era lo única que quería y pedía, pero sus ruegos solo se hacían echo con el sonido del viento y de los animales de la noche. A quien quería engañar, sabía que nunca seria escuchado y que nunca seria feliz por tal razón decidió terminar con todo.


Wanyin le había dejado saber a quién le llevaba la comida que se sentía mal para así poder hacer que un sanador de su clan lo visitara y les echara un vistazo a sus heridas. Sabía lo que tenía que decir y hacer para que este le diera una sustancia que en grandes cantidades acabaría con la vida de cualquiera.

El Ruego de un ColibríDonde viven las historias. Descúbrelo ahora