-Gracias, Florina. Eres la mejor. -Chocamos las manos.
-¿Y cómo puedes saberlo? -pregunta en un tono coqueto que
me pone nervioso.
A la mañana siguiente, Callie abandona nuestro edificio. Me
cuelgo la mochila al hombro y me dirijo a la segunda ventana del
pasillo contando desde nuestro espacio. Miro hacia abajo y veo que
se detiene para escudriñar la calle, buscando renegados. Buena chica.
Siempre cuidadosa.
Luego cruza corriendo.
Corro a la escalera y bajo los peldaños de dos en dos. Me apresuro
a través del vestíbulo vacío y salgo por la puerta principal.
Me siento culpable. Le dije a Callie que cuidaría de Tyler. Pero
cuando salimos juntos, no le importa dejarlo con un amigo. Es sólo
que aún no ha conocido a Florina.
Callie está a una manzana de distancia. Oteo en todas direcciones
y veo que no hay nadie. No acostumbra a haber mucho tráfico en
un parque industrial abandonado. Por supuesto, eso no significa que
no se estén escondiendo. Me cambio la mochila al otro hombro. Está
cargada de armas improvisadas. Sé que Callie puede valerse por sí
misma. Es fuerte e inteligente. Pero dos es siempre mejor que uno.
Mantengo la vista fija en Callie, a paso ligero, listo para escabullirme
en una entrada si se da la vuelta. No lo hace.
La sigo durante una hora mientras se dirige hacia el norte. Atravesamos
barrios con casas tapiadas. Cuando Callie llega a la casa en
cuarentena, cubierta con una lona roja y su olor a productos químicos,
se tapa la boca con la manga y cruza la calle.
Durante todo el camino, nos cruzamos con enders que lucen el
pelo blanco plateado distintivo, la insignia de honor por longevidad.
Las compañías farmacéuticas no consiguieron fabricar suficientes vacunas para salvar a los middles, como mis padres, pero permiten
que los enders vivan hasta al menos los doscientos años.
Me concentro en Callie. La melena le llega a media espalda, su
cantimplora se balancea colgando de su hombro.
Algunos amigos se aproximan desde el otro lado y se paran a
hablar con ella. Me escondo en el porche. Miro al exterior y veo que
la dejan y se van por el camino por el que han venido. Extraño. Callie
no continúa la marcha, sino que se queda ahí, en la acera, sola, como
si estuviera esperando.
Entonces veo a un tipo que se le acerca. Por su cara parece de mi
edad, pero viste como alguien mayor.
¿Quién es este tipo? ¿Lo conoce? Ropa cara: una chaqueta de
sport y unos bonitos pantalones. Zapatos de cuero que serían inútiles
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El retrato de una Starter
CasualeMe siento en el suelo y cojo mi lápiz de carboncillo, intentando no despertar a Callie. Está tumbada encima de mi saco de dormir, los ojos cerrados, una leve sonrisa en los labios. Debe de estar soñando con la vida antes de la guerra. No ha habido m...