V

7 0 0
                                    

- Bueno, bueno, es la primera vez que veo a Noa Franco de esa forma, ¿qué está pasando? – comentó mi jefe mientras me miraba. Alce mis hombros.

- No lo sé jefe, esta normal ¿no? – mire a Lucia que sonrió y agacho la cabeza rápidamente - ¿puedo entrar de nuevo para el interrogatorio?

- No, creo que no lo es mejor, además ese chico no nos dirá nada. Creo que ya sé porque Franco esta como esta – lo mire esperando que me comentara – no te diré Ponce, así que acompaña a Lucia a ver si ya nos dio los datos de la autopsia, necesitamos saber que sucede con ese patrón.

- Si señor – Lucia camino junto a mí, pero antes de salir totalmente del pasillo en donde estaban interrogando a Lucas Santos, Noa salió y cuando se fijó en mi frunció el ceño, detrás de él salía el chico.

- ¿No debería interrogarme ella?, podría contestar todas sus dudas detective, ¿qué tal una cita? – mire a Noa con los ojos abiertos, su mirada paso de mí y miro a mi jefe que estaba tratando de cerrar la boca por su risa.

- Si estas guardando información que tenga que ver con la muerte de tu mejor amigo, sería bueno que empezaras a hablar – su abogado lo miro furioso y el sonrió de nuevo.

- No, he dicho que no se nada. Pero ¿sigue en pie la cita? - Franco lo empujo rápidamente hacia la salida gruñendo, Lucia me miro.

- ¿Qué acaba de pasar? – negué lentamente.

- No lo sé, y no lo quiero averiguar – tome su brazo – vamos, quiero ir a casa.

Cerré la puerta de mi casa y empecé a preparar algo de comer, la actitud que Noa había tomado me dejo desconcertada, jamás se había comportado de esa manera frente a un tipo que decía ese tipo de cosas de hecho siempre me guiñaba el ojo tratando de aceptar lo que él otro decía. Suspiré lentamente y serví en el pequeño plato el ramen que estaba dispuesta a disfrutar después de un día tedioso.

Mis cortinas dejaban entrar pequeños rayos de sol y quité mis cobijas rápidamente cuando me di cuenta de la hora, corrí en el pasillo de mi apartamento tratando de colocarme mis botas y el golpeteo en la puerta principal de mi casa me dejo estática, el único que tocaba de esa forma era mi hermano y no lo había visto en un largo tiempo. Tome mi arma y camine lentamente cuando llegue a la puerta principal me asome en la mirilla, pero no había nadie.

- Mierda, ¿por qué vas a hacer esto? – abrí despacio y una bolsa de mi cafetería favorita, estuvo en mi cara.

- Hola – la cara radiante de Franco se hizo presente, lo deje pasar y le pegue una palmada detrás de su cabeza.

- ¿Por qué tocas con ese tono y que carajos haces aquí? – me senté tomando mi café y una mantecada que estaba en el interior de la bolsa.

- Lo siento, solo quería venir a recogerte – lo mire atónita mientras él miraba por el ventanal, raro, él jamás se comportaba de esa forma.

- ¿Qué te dijo ese tipo ayer? – me miro rápidamente frunciendo el ceño.

- Nada, ¿ibas saliendo? – coloque mi palma en su pecho y me pegue una cachetada lentamente, mierda, hace mucho tiempo no sentía sus músculos debajo de mi toque.

- ¿Qué te dijo Noa? – tomo mi mano con la suya y se quedó viendo nuestra unión, no, no, no otra vez. Él lo había prometido y yo estaba tratando de dejarlo atrás, su manzana de Adam se movió y lo supe, allí estaba, ese sentimiento que él había decido apartar de los dos, estaba volviendo. 

Tus TrazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora