II

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Uno, dos, tres

Uno, dos, tres

Arriba, abajo, arriba

Arriba, abajo, arriba

Vuelta, piso, vuelta

Vuelta, piso, vuelta

- ¿Qué pasa contigo Ponce?. – limpie mi sudor con una pequeña toalla y lo mire tratando de no golpearlo.

- ¿Qué me pasa a mí?, eres tú quien se está pasando el día de hoy con este entrenamiento – mire a Franco que estaba sentado en el piso tomando agua, flojo.

- Lo siento Em, pero estas mejorando y necesito que sigas así. En cambio, hay otros seres que es mejor darlos por perdido – reí mientras empezaba a golpear un saco de box.

- ¡Te escuche ¡. - grito Franco mientras se levantaba y empezaba a saltar cuerda por tercera vez.

- No es mi culpa que seas un inútil saltando la cuerda, una niña de diez años podría ganarte – di mi último golpe y Lucas nos llamó – perfecto, necesito un mano a mano. Ponce es buena dando golpes y Franco en derribar homicidas, pero necesito que cambien de postura cuando salgan, así que, muévanse.

Franco tomo la iniciativa de golpearme, astuto, pero, bloquee todos sus golpes. Mantuve el equilibrio cuando dirigió un golpe a mi cabeza; volvió a golpear, esta vez lanza un derechazo hacia mi mandíbula que me manda directo a la lona. Lucas se rie y lo fulmine con la mirada, idiotas.

- ­Ríndete Ponce, sabes que ganaré este mano a mano – reí y lance con agilidad algunos puños que le dieron en la mejilla derecha haciendo que retrocediera para darme paso.

- ¿Decías idiota?. – gruñe. Vuelvo a atacar, pero esta vez bloquea todos los golpes que mis brazos le lanzan, miércoles, no le quito la mirada cuando intento un nuevo golpe el cual va directo hacia su rostro jodidamente perfecto e imperfecto rostro, ¿qué es lo que estás diciendo?, aleja esos pensamientos mujer, sonrió cuando el golpe es amortiguado por el material de los guantes en su rostro. Frunce el ceño y lanza su cuerpo hacia a mí, el cual salta hacia el lado derecho y él se estrella contra las cuerdas.

- ¡Concéntrate Franco!, está acabando contigo y todos nos estamos dando cuenta – miro rápidamente alrededor y somos el espectáculo del día, grandioso, vuelvo a concentrarme en el cuerpo sudado de mi compañero.

- ¡Deja de ser tan malditamente buena en algo y ríndete Ponce!. – rio y estrello mis dos puños haciendo un silencioso ruido.

- Solo pelea y dejar de llorar Franco, me estas cansando – sonrió y le mando un beso cuando todos chiflan. La expresión en el rostro de mi compañero cambia, me mira como si quisiera quitarme la expresión de felicidad en mi rostro, y manda una descarga eléctrica de ansiedad sobre mi cuerpo, pero no me importa. Me adelanto y empiezo a golpearlo

Uno, dos, tres

Arriba, abajo, arriba

Uno, dos, tres

Su cuerpo cae de espaldas, pero se levanta rápidamente haciendo que mi cuerpo salte hacia atrás para recuperarme rápidamente.

- Muy bien Franco. ¡Concentrada Ponce!. - asiento y esquivo el golpe que Franco dirige a mi rostro, así que rápidamente contraataco lanzando un golpe hacia su costilla derecha y él dobla su cuerpo cayendo finalmente al piso.

- No puedo creer que te haya ganado por cuarta vez en esta semana, ¿quieres seguir haciéndolo, querido?. – le toco el rostro con el guante y lo quita en un rápido movimiento mirándome.

- Algún día lo hare, joder Emilia. Me has sacado todo el aire – sonrió y lo ayudo a levantarse poco a poco. Nos sentamos en las bancas al final del ring y tomamos agua. Levantamos la vista cuando los hombres dejan de murmurar, así que, vemos un pequeño cuerpo con melena azul entrando rápidamente, las miradas de los chicos deparan en ella, haciendo que su ritmo al caminar disminuya y sus pasos pierdan la fuerza con la que entro al gimnasio. Los miro mal y sigo tomando agua.

- Noa– me mira – Emilia – asiento y mi compañero la mira con una sonrisa.

- ¿En qué somos buenos Lucía?. – la mira tratando de analizarla, le doy un golpe de nuevo en su costilla haciendo que jadee del dolor – idiota, deja de golpearme.

- Déjala hablar – hago un gesto con mi mano para que pueda hablar.

- Gracias Emilia. Hemos encontrado un cuerpo – suspiro y me levanto.

- ¿Cuánto tenemos?. – digo mientras camino a las duchas.

- ¡Veinte minutos!. – grita y asiento perdiéndome en el vestidor. 

Tus TrazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora