Prólogo.

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– Que sean dos, por favor. - ella soltó una sonrisa pensando. “¡este ya viene pensando en llevarme a la cama así de fácil!”

–¿Perdón?

–Descuida, no pasa nada.

- OK. Mesero por favor la cuenta.

–Si claro.

–Jefri, yo cancelaré la cuenta de la señorita.

-¡No! Como crees, si apenas y te conozco.

–Déjame y te invito otro trago en esta noche tan especial.

–¿Qué de especial tiene está noche?

–Pues todo, al haber conocido una mujer con tan esplendor y hermosura natural.

- Jajajaja. -Sonrió ella a carcajadas que sentí algo en mi que me hizo perderme en sus carnosos labios y dulce paladar, su mirada cautivante que deja a cualquiera en un estado de éxtasis. Salimos del bar luego de un par de copas y le ofrecí llevarle a su casa lo cual ella sonrío en negativa y despidiéndose con un beso en la mejilla giro, alzando su brazo detuvo un taxi. Esa noche no dejé de pensar en ella que hasta el trancón se me hizo muy corto, al sacar las llaves de mi chamarra mire hacia atrás y vi que mi vecina era la misma muchacha que conocí en el bar, la estuve asechando para poder cruzar otras palabras con esa niña que me dejó aquella noche en un mundo diferente al que yo estaba acostumbrado.

–Hola. - le dije tomando el libro que ella también sostenía del estante.

-Hola. - me contestó y de inmediato me pregunto. –¿Me estás siguiendo?

–Claro que no.

–¿Porqué me sigues a donde voy?

–Solo quiero que me aceptes una cita.

- ¿Si acepto, tu dejarías de seguirme?

–Claro, lo prometo. - lo dije con un poco de seguridad por que sabía y me sentía seguro de que sería mía. Todo fue marchando a la perfección, nada podría salir mal, me había aceptado una cita; todo depende de mis cualidades, de mis esperiencia que he obtenido en libros. De una cita pasamos a dos y de dos a tres, después de pasarla bien me tomé el atrevimiento de invitarla al mismo bar donde por primera vez nos vimos, pasé por ella en mi motocicleta, llegamos al bar y justamente estaba sonando la misma canción de cuando la conocí; ¡no se los voy a negar yo pedí que la colocarán porque quería impresionarla! todo me salió bien, tuvimos un tema muy extenso que nos llevó a mi habitación.

Paso un tiempo y nuestro amor se estaba consumando a la perfección. “Bueno al menos eso pensaba yo”  le entregue el 100 de mi 100, ósea el todo de mi todo. Llego del trabajo y encuentro su móvil en la mesa de noche aún costado de la cama, me quite la camisa con intención de dirigirme a la ducha cuando sonó su teléfono, lo tomé en mis manos pensando que era una de sus amigas o tal vez ella pidiendo algún favor, pero no me sorprendió la noticia que decía

~Hola soy el esposo de Karen, si tienes información de ella por favor avísame~

En ese momento todo mi mundo se congeló mientras el teléfono caía rápidamente al suelo, empecé a cuestionarme en qué  falle mientras tomaba un trago de licor. Luego tomé mi arma y salí a busca de su paradero, los busque por todos lados hasta que los encontré. Sí, efectivamente era ella con él. Estaban desnudos, ella encima de él mientras él tomaba su cintura dándole unas grandes embestida, la subía y la bajaba, dentro de mí corrió ese deseo de matarlos a sangre fría, de acabar con la vida de esos dos que destruyeron la mía. Cargue el arma y los apunté a los dos pero no antes de llamar su atención, les grite antes de disparar.

–¿Por qué me hacen esto? si yo confiaba en ustedes, tú mi mejor amigo y tu la mujer de mi vida.

El PSICÓPATA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora