Capítulo 11

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Las cosas en la mansión eran más calmas que ayer, si bien Gabriel aún estaba molestó con Emilie, no lo demostraba, hoy, la rubia debía salir para grabar una escena del especial navideño para la que lo contrataron, por lo que estaría todo el día fuera de casa.

Nuestro diseñador favorito por su parte se encontraba en su atelier, encerrado, viendo un álbum de fotos que encontró, en donde allí se retrataban los últimos años los cuales en su realidad la rubia estuvo dormida.

Al revisar cada foto se sentía muy feliz, pero en la misma sintonía se sentía profundamente triste, ya que Nathalie no estaba presente en ninguno de esos recuerdos, siempre soñó en que cuando Emilie vuelva los cuatro serían felices y compartirían muchas cosas, pero en esta nueva realidad el hombre solo disponía de su esposa y un asistente que cada día odiaba más; el era todo lo contrario a la azabache, despreocupado, contestatario y organizaba terriblemente la agenda, todavía no entendía como no lo reemplazó por alguien más capaz, seguro todo era obra de Emilie.

La puerta del atelier sonó, del otro lado alguien quería entrar, el hombre cierra el álbum, camina hasta la puerta le quita el cerrojo y la abre, del otro lado estaba su hijo sonriendo ampliamente.

─Marinette y yo fuimos los únicos que obtuvimos una buena calificación─ comento

─Que bueno hijo, me alegró por ustedes.

─Gracias padre─ sonríe ─Queria saber si ya que hice todo bien, podría asistir al concierto navideño que habrá en la plaza la semana próxima─ junta sus manos en forma de rezó

─Claro hijo, pero que Gorilla te acompañe.

─Estaba pensando en ir juntos─ replicó

─¿Estas seguro?.

─Si, por favor, los tres en familia─ suplicó

─Bueno─ suspira rendido ─Le diré a tu madre

─Eres el mejor─ lo abraza, el hombre corresponde

El chico termina el abrazo y se va a su habitación, Gabriel sentía la felicidad desbordar de su pecho, estaba pleno, pero como ya sabemos al mismo tiempo que se sentía bien, se sentía tremendamente mal, solo, vacío, incompleto.

La tarde cayó en toda la ciudad del amor, Emilie Agreste había regresado de su rodaje, ahora se encontraba merendando con su hijo en el gran comedor, ambos reían por las anécdotas que la rubia le contaba, en ese instante entro Gabriel sosteniendo una taza de café negro.

─¿Hay lugar para uno más?─ musitó con pudor, ambos rubios asintieron, este toma asiento ─Amor, nuestro hijo quiere que vayamos al concierto que habrá la semana próxima, ¿tu que opinas?

─Me parece una excelente idea─ sonríe

─Son los mejores padres que alguien puede tener─ comento el modelo

Y tu el mejor hijo─ mencionaron ambos a unísono

Los tres chocaron sus tazas a modo de brindis y continuaron con la merienda, al finalizar cada uno fue a su actividad, la rubia a repasar sus líneas y el diseñador a tratar de plasmar su arte, hoy por primera vez en esta nueva vida tuvo inspiración, después de tres largas horas haciendo bocetos logro plasmar una idea, un vestido negro con detalles rojos y algunas plumas bordadas en su escote, cuando vio el diseño terminado le recordó a una sola persona, automáticamente abollo el papel y lo escondió en un cajón, no podía estar tan obsesionado con la que alguna vez fue su asistente, se supone que esto es lo que anhela su corazón, debe estar feliz, y deseando que todo se quede así, pero no, muy en el fondo suyo quería huir de esta realidad y regresar a lo que el conocía como su vida, con Nathalie a su lado sosteniendo su mano cada vez que perdía, o abrazándolo siempre que estuviera triste.

Abrumado por todo esto apagó las luces del atelier y subió a su habitación, allí encontró a Emilie saliendo del tomar una ducha, solo portaba una bata blanca y nada más, el hombre la mira, este se acerca lo besa y así unidos van hasta la cama, la imagen iba subiendo de tono hasta que Gabriel se aparta.

─¿Que sucede?─ se quejó la mujer

─Nada─ le da la espalda

─Jamas me has apartado, Gabriel no me asustes.

─No puedo diseñar es eso, me tiene mal─ mintió

─¿Seguro que es eso?.

─Si─ se levanta ─Tomare una ducha

─¿Quieres que vaya contigo?.

─No─ camina rápido y se encierra en el baño

La mujer rebusna, entra en el vestidor, se coloca la pijama y se acuesta, estaba muy molesta, jamás le había pasado algo como esto, por su parte Gabriel estaba sentado en el piso del baño con su espalda apoyada en la puerta, no entendía como pudo sentir rechazo de su esposa, la mujer a la que ama y por la que daría todo, ni el mismo se entendía, toda esta situación lo volvería loco pronto si no hacia algo al respecto.

 Miraculous: Una navidad anormal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora