✧- ◦ ◦ uno.

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Sungchan mantenía un traviesa sorisilla en su pequeña boquita, sus hombros estaban estrechos por la emoción y sus pequeñas manitas apretaban a cada segundo las correas de su mochila de color amarillo con diseño de Minions. El timbre había sonado hace unos segundos y algunos de sus compañeros habían salido de lo más tranquilos por la puerta, pero otros incluidos el pequeño grupo de amigos de Sungchan esperaban que el bajito japonés de voz calmada terminara de guardar sus libros y cuadernos.

— ¿Quiere ayuda, Sho-hyung?. —El pequeñín de pelo azabache se acercó al mayor hincandose cerca de la mesita, recogiendo algunos lápices que estaban tirados en el piso.

— Injunnie, muchas gracias. —Sungchan arrugó su naricita adorablemente cuando rápidamente entendió lo que el chino bonito quería; no era por engatusar a Shotaro, pero todos sabían que Shotaro era muy agradecido y que si alguien le ayudaba en algo, esa persona era la primera en recibir un besito de los cálidos y sanadores labios de patito del japonés, o aquella era la descripción que todos los que rodeaban a Shotaro le decían a Sungchan, porque él seguía sin recibir un besito en la mejilla o en la coronilla, pero sus esperanzas llegaban al cielo cuando el pequeño y rubio japonés se acercaba a él luego de acabar con la ronda de besitos para los trece chicos que lo rodeaban.

— ¡Mamá, me dolía el diente y Shotaro me dió un besito, ya no me duele mamá!. —espetó un chico detrás suya, Sungchan giró su cabecita sin disimulo y miró de una forma extraña a Taeil, su sonriente compañero. La madre palmeó el cabello castaño del chico y lo retiró del lugar con una sonrisa alegre. Sungchan puchereó y devolvió su mirada a su lindo compañero bajito, esperando que ya acabase para que pueda ir junto a él.

Shotaro estaba sonriendo muy ampliamente, sus bracitos enganchados en su espalda baja mientras que sus piecitos se ponían de puntitas para dejar un casto besito en la mejilla de Yoonoh.

— Muchas gracias por invitarme con tu yogurt hoy, Jaemin-shi. —El japonés fórmula con sus ojitos achicados por su sonrisa, Jaemin asiente tiernamente y es él el que se acerca un poco al mayor para dejar un besito en su frente tapada por su flequillo rubio.

Finalmente los tres últimos chicos que a diario recibían besitos de Shotaro se retiran juntos, Sungchan sonríe recuperando su energía y espera pacientemente que Sicheng deje de acaparar la atención del japonés susurrándole cosas al oído.

Shotaro empuja con delicadeza a su amigo alto y juntos caminan hasta Sungchan, el chino de pómulos tiernos pasando de largo al castaño.

— Uhm, Sungchan-sshi... —El mayor siseó con timidez y Sungchan soltó las correas de su mochila dejando caer sus brazos a sus costados.— Muchas gracias... —Agrega y sus pies comienzan a vacilar cuando se acerca un poco más al alto chico -para él, porque Sungchan apenas medía 1,50 centímetros a sus 9 años-.

— ¿Por qué me agradece, Shotaro hyung?. —Cuestiona curioso y su cabeza no puede evitar ladearse hacia un lado.

— No sé, siento que debo de agradecerte porque tu rostro me dice que eres alguien a quien debo agradecer siempre. —Aunque Sungchan no recibía beso alguno por parte del japonés, él se sentía especial porque era el único a quien Shotaro aferraba en una tonta conversación.

— De acuerdo, yo te agradezco por ser mi compañero. —Sungchan no pretendía lograr nada con sus palabras, sólo decía lo que su corazón recitaba, sin embargo, cuando su boca dejó de emitir sonido sus ojos rápidamente observaron a su mayor desviando un poco la mirada con un tenue carmesí en sus pómulos, sin invadir sus mejillas apompadas.

— Espero ser tu compañero de equipo mañana, Sunggie. —Murmura y Sungchan rápidamente asiente. El más alto no era bueno en juegos deportivos y, principalmente, era pésimo en el Basketball -que para su suerte era el deporte oficial de la escuela-, mientras que Shotaro deslumbraba a todos con sus ágiles movimientos al jugar.

Shotaro carraspeó incómodo -según Sungchan-, queriendo sacar a Sungchan de su camino -también según la mente de Sungchan-. El castaño apretó los labios queriendo que su mayor también le diese un besito en la mejilla como despedida, pero... ¿por qué no tomar él la iniciativa?, si Na Jaemin pudo él también.

— Nos vemos mañana, Sungchannie. —Susurró Shotaro con nerviosismo y de una manera apresurada. Los brazos cortos del menor rodearon el cuerpo de Sungchan entrelazando sus antebrazos en la espalda del menor, la cabeza de Shotaro se pegó a su hombro por unos segundos en los cuales el alto quedó pasmado, era algo que Shotaro siempre hacía: todos recibían besitos pero él un dulce abrazo, pero igualmente sentía su corazón derretirse por cada abrazo diario del mayor.

El japonés se separó cuando Sungchan palmeó tranquilamente su espalda y sonrió cariñosamente hacia el alto castaño, Sungchan se enterneció porque el rubio debía de elevar su cabecita para verlo si estaban así de cerca.

— Nos vemos, Shotaro hyung. —Se despidió el menor sintiendo su pecho cálido por el contacto, Shotaro asintió con la cabeza y salió corriendo en busca de su amigo Sicheng, porque el chino era capaz de dejarlo allí si se tardaba más de lo debido.

Sungchan también salió del aula apagando las luces y corrió alegremente a la salida del colegio, subiéndose en el autobús escolar que lo llevaría a su hogar. Lastimosamente su mayor vivía en otro distrito y no podía ir con él aunque quisiera.

── Besitos ┃ Sungtaro - Shochan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora